Maroto: ¿qué toca hoy?

Cuando uno ocupa un cargo porque le ha tocado en el reparto, en una tómbola; cuando uno no es competente, cuando no conoce lo que se trae entre manos, cuando no tiene ni idea de a qué se dedica, entonces improvisa, construye discursos vacíos que sólo responden a la necesidad de la estructura interna, a lo que recomiendan las consignas, a lo que toca hoy. Si el discurso empezó optimista, sabe Dios por qué, acabará diciendo que los hoteles se llenarán aunque, de haber empezado pesimista, habría terminado al revés. El mundo va por un lado, la ministra de Turismo, Reyes Maroto, por otro. O tal vez coincide, pero por casualidad. Porque hay un cincuenta por ciento de posibilidades de acertar. Incluso un reloj parado da la hora correcta dos veces al día.

En la última semana ha dicho alternativamente que la guerra de Ucrania influía o no en nuestro turismo. Hoy sí, mañana no. O al revés. Como ya ocurrió con el virus. Todo da igual, lo importante es estar en los medios. Siempre hay un cincuenta por ciento de posibilidades de que la ministra acierte. Y, de hecho, acierta.

La verdad es que naturalmente la guerra de Ucrania afecta al turismo. Y el precio del combustible. Y el coronavirus. Todo afecta. Todo tiene su peso. Salvo las declaraciones de la ministra, que a estas alturas ya no tienen relevancia alguna.

Decir que el turismo no se verá afectado por la guerra es una sandez. Más con las consecuencias en el precio del combustible, con su efecto sobre el transporte. Decir lo contrario, que afecta, también es absurdo. La cuestión, el asunto de fondo siempre es hasta dónde será esa afectación. Tal vez, la que iba a ser una temporada turística excepcional pueda quedar en una buena temporada; tal vez la que iba a ser una buena temporada acabe siendo una temporada regular, siempre mejor que 2020 y 2021.

Pero la ministra no parece capaz de analizar y explicarse sino de buscar el titular simplón que le prepara el ejército de asesores. Y a ella da la impresión que le da lo mismo.

Así va el turismo en España, a nivel político. Afortunadamente, el sector va a su aire, porque de existir una economía centralizada, estaríamos en el caos.