La sostenibilidad, al alcance de todos

Hace unos días, la Organización Mundial del Turismo dijo que Mallorca está muy cerca de convertirse en un destino turístico sostenible, lo cual me lleva a pensar que este objetivo que algunos creían lejano, está al alcance de todos.

¿Por qué? Porque esto ocurre en una isla en la que no aterriza ni un avión con combustibles que no sean fósiles, no renovables; que transporta a la casi totalidad de sus visitantes en autocares a gas-oil convencional; que tiene atascos interminables en sus carreteras y autopistas como consecuencia de la presencia masiva de visitantes –y de residentes, también– que utiliza energía eléctrica convencional para alimentar los hoteles en los que se alojan; que usa agua de desaladoras porque los recursos naturales están agotados; que incinera sus residuos sólidos que, con los visitantes, llegan al máximo; que tiene que importar prácticamente todos sus alimentos de la Península a bordo de barcos convencionales alimentados con fuel; que trae las mercancías masivamente en camiones propiedad de las cadenas de supermercados que dominan las islas; que periódicamente tiene que construir nuevas autopistas para poder permitir la fluidez de tanto tráfico y que sigue edificando alocadamente para atender las necesidades de estos mercados.

Si todo esto ocurre hoy incluso con más intensidad que antes, y si hoy Mallorca está a punto de ser sostenible como dice la OMT, está claro que basta con votar a la izquierda para que de forma automática todo lo anterior deje de ser insostenible y se convierta en un placer.

O sea: el mundo está a un paso de ser sostenible. Bastaría con que votara a la izquierda y la OMT y los ecologistas se pondrán a aplaudir con las orejas.