Todo el mundo está agotado con las normas perennemente cambiantes contra el Covid. Al final, pese a que cada uno ha hecho lo que creía, las diferencias en los resultados no han sido especialmente significativas.
Actualmente, Europa tiene un fuerte contraste entre las exigencias de Francia, por poner un ejemplo, y de España. En el país vecino es prácticamente imposible entrar en cualquier establecimiento sin exhibir el certificado de vacunación que, en España, carece prácticamente de toda utilidad. El resultado de dos políticas tan diferentes es casi el mismo.
En Gran Bretaña, por ejemplo, los viajeros que entran, incluso los vacunados, tienen que presentar en todos los casos dos pruebas PCR, una hecha antes de iniciar el viaje y otra al menos dos días después. En España, en cambio, no hay que presentar nada, salvo el certificado de vacunación. La diferencia puede estar por encima de los 200 euros por viajero. El resultado de las dos políticas es que en los dos países el número de casos es más o menos el mismo.
Sin embargo, los obstáculos franceses o los de Gran Bretaña impiden acelerar la normalización del turismo y el transporte que ya tiene suficiente obstáculo con el temor que tienen los viajeros a salir de su casa. Así, nos aproximamos a los dos años de pandemia sin que hayamos llegado a unos niveles razonables de normalización.
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