Canarias: empresarios contra la libertad

En la historia reciente de Canarias se repiten incidentes en los que algunos inversores, casi siempre de fuera de las islas, encuentran que se ven desbordados por las variaciones legales, la informalidad en la aplicación de las normas, la inestabilidad de las políticas públicas, la incertidumbre en los criterios de la autoridad y la inseguridad jurídica (Siam Park: cómo enloquecer al invertir en España).

Es frecuente, también, que detrás de esas decisiones absurdas de los políticos, que ahuyentan a los inversores, se identifiquen intereses empresariales concretos, de quienes desean preservar sus posiciones de ventaja en un mercado, restringiendo la entrada de competidores.

El inversor de Siam Park, en Gran Canaria, acusa a rivales que no desean su entrada, de ser los instigadores del caos legal en el que se ha convertido su proyecto. Lo peor es que este no es ni el primer, ni el segundo caso. Cuando uno escarba en casi cualquier proyecto inversor en Canarias, siempre aparecen ‘manos negras’ interesadas en paralizar al competidor, en generar confusión, en desanimar la iniciativa.

Canarias tiene todas las ventajas para convertirse en un destino turístico magnífico, sin competencia en el mundo. Sin embargo, estas tensiones constantes por parte de empresarios influyentes, frecuentemente ligados a partidos políticos a los que financian, constituyen un obstáculo muy serio al crecimiento y el desarrollo.

Observen que todo se desarrolla con inadmisibles silencios, con sugerencias, insinuaciones y apuntes que nunca se explicitan, que jamás se dicen en voz alta. Así es como funcionan las mafias corruptas. Y así es como se expulsa la inversión. No hay ni puede haber muchos Kiessling que sean capaces de aguantar estos diez años de laberintos burocráticos que, desgraciadamente para él, aún no han acabado.

Sin embargo, el peor problema que genera esta situación es que el tejido empresarial canario constata que es mucho más rentable mantener estas estructuras de influencias que ser verdaderamente competitivo, que ser creador en el producto, que modernizar la propuesta comercial. Así, por supuesto, Canarias tiene muchas posibilidades de excluirse del mundo, de ser incapaz de salir fuera, de encerrarse en una burbuja lamentable.

Es hora de que los políticos honestos aborden este problema de raíz y conviertan al archipiélago en una economía abierta y competitiva. Lo uno sin lo otro no es posible.