A todo gas

Francamente, no existe hoy ni un lugar turístico europeo, ni un resort, ni un restaurante, ni una actividad complementaria, ni una aerolínea, ni un aeropuerto que no esté trabajando a pleno rendimiento.

Estos días, en una agencia de viajes extranjera, en el escaparate, vi un listado de ofertas a varios destinos del mundo. Uno de ellos era una semana en Mallorca, en un hotel decentito, pero sin ser un resort lujoso, con todo incluido, por prácticamente mil euros por semana y persona, con el vuelo de hora y cuarto incluido, para la segunda semana de agosto.

Mil euros por un hotel en Mallorca en esas fechas hacía muchos años que no se pedía. De hecho, era uno de los precios más altos del escaparate, ligeramente menos caros que los vuelos al Caribe.

Es decir, las cosas están yendo estupendamente. La guerra de Ucrania no tiene sobre el turismo otro impacto que un incremento marginal de los precios del combustible, que no se sabe cómo, las aerolíneas están evitando repercutir en su totalidad.

De forma que se puede hablar de situación muy buena en términos generales, con un único punto aún pendiente: el largo radio.

Ni las salidas ni las llegadas de los viajes de largo radio han recuperado totalmente la normalidad, aunque en todos los casos han mejorado espectacularmente. Latam, por ejemplo, ha mejorado su situación de tal manera que cree que acabará el año con un 73 por ciento de las operaciones de 2019, lo que es fantástico en una compañía que vuela de forma destacada a Chile, donde se mantienen muchas restricciones por la pandemia.

Otras aerolíneas de largo radio, también, indican que las cosas yendo mucho mejor, aún distan de la normalidad.

En cambio, dentro de Europa las cosas parece que se normalizan, lo que era fundamental para la supervivencia de incontables empresas.