La llegada del otoño ha hecho revivir en algunos casos las angustias a medida que se acerca el día 15 de cada mes, cuando hay que cumplir con la IATA. Es la fecha de referencia bajo la que casi todo depende para los financieros. El lobby de las aerolíneas fue hábil como ninguno para hacer imposible unos retrasos en los pagos a los que se es muy propenso en un sector donde la gestión del ‘cash’ juega un papel tan determinante, en paralelo a la guerra de precios ajustando los márgenes. La IATA fue inflexible en este punto, limitando posibles agujeros en las aerolíneas, que en el peor de los casos quedan reducidos a la facturación de un mes. Y tomó el camino contrario al que por ejemplo siguen otros proveedores. Sin embargo, todo tenía un límite, y la ‘pesadilla del día 15’ de cada mes no podía convertirse en la angustia de cada semana, como intentaron, poniendo a las agencias al borde de una asfixia constante. E injusta. Ahí cabe un agradecimiento del sector minorista a la labor de la patronal de agencias, cuyo trabajo en la sombra combinado con apariciones mediáticas dio como fruto que la IATA reculase. Hay que valorarlo, y más hoy.
La pesadilla del día 15 con el BSP
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