Incoherencia

Un crecimiento del PIB alemán inferior al previsto, sus bonos rozando los valores mínimos de la década y los de Estados Unidos alcanzando su nivel más crítico de las últimas seis; el nulo margen fiscal de los gobiernos para estimular el desarrollo económico; el retorno de los grandes inversores al refugio del oro y del yen; los informes de Morgan Stanley y JP Morgan evidenciando los numerosos factores que incrementan el riesgo de recesión en Europa y Estados Unidos… Todo ello, sumado a que el Ibex 35 vive sus peores momentos desde 2008 por debajo de los 8.000 puntos acumulando un descenso del 20% desde enero, dibuja el negro panorama de un futuro incierto, que contrasta con las luces y los esperanzadores claros que (no sin esfuerzo, profesionalidad y estrategia), pinta el sector turístico español.

Mientras los que juegan con el destino de todos y con el dinero de otros pierden sus apuestas con pasmosa ineptitud y evidencian su máxima incompetencia poniendo sobre la mesa una grosera escasez de ideas, los que lo generan luchan a brazo partido y, por encima de las adversidades, consiguen que el turismo crezca el doble que la economía española y que consolide su protagonismo como atenuador de la crisis.

Entre los que producen la riqueza y los que administran la miseria, existe un difícil tránsito de ideas; eficacia e ineficiencia no hablan el mismo idioma y el sector público sigue mordiendo la mano que alimenta al país.