El Gobierno subestima a Turespaña

Algo gordo habrá pasado en Turespaña para que una persona sumamente prudente y discreta como Manuel Butler, su director general, una referencia en la Administración turística del Estado, “un cargo con criterio”, en frase del viceconsejero de Canarias, haya cogido las de Villadiego.

¿Harto de la escasez de presupuesto para promocionar la mejor industria del país, la que no sólo no ha caído en el largo y tedioso trecho de la crisis sino que ha crecido como ninguna otra lo ha hecho? ¿O tal vez cansado de los planes diseñados por sus dos jefes inmediatos?

Nunca lo sabremos, al menos a corto y medio plazo, porque a Manuel Butler nadie le va a arrancar una palabra acerca de su marcha, siendo como es un hombre responsable y tan disciplinado que ni siquiera en los momentos más críticos con Joan Mesquida llegó a levantar la voz.

Para sustituir a Manuel Butler -no se olvide que arribó al cargo a propuesta de un ramillete de destacados miembros del empresariado- se ha nombrado a una persona ajena a la casa, o sea, de fuera del Sector, y por tanto sin la más mínima experiencia en la industria puntera.

Desde que preferente.com adelantara el viernes el nombre de Marta Blanco como nueva responsable de la promoción turística de España, todo el mundo se preguntaba quién es, de dónde viene, qué experiencia tiene y, sobre todo, si es la más adecuada para suplir a Manuel Butler.

A nadie le ha gustado que se vaya Butler -toda una vida dedicada a la promoción turística, todo un señor- pero ha agradado aún menos que en su lugar pongan a una persona sin conocimiento de la industria y que ha de hacer un reciclaje en un Gobierno al que le quedan dos años de vida.

Para nada se cuestiona a Marta Blanco, es más se pondera su experiencia en Comercio, pero sí genera desazón que el primer sector empresarial del país siga sin ser tenido en cuenta por el Gobierno en su más mínima medida, y este nombramiento, del todo político, lo demuestra bien a las claras.

Hay quien sostiene que el turismo funciona a pesar de las autoridades, y a las pruebas de los dos últimos años se remiten, pero no es eso: el Sector necesita de unos gestores políticos capaces y con voluntad de valorar lo que significa esta industria, ignorada por casi todos los Gobiernos de la democracia.

La marcha de Butler, el tiempo que le dedica Soria, cómo llegó al cargo Borrego, las duplicidades de departamentos y el nombramiento de Blanco no hacen más que corroborar que la clase política presta muy escasa atención al sector empresarial más productivo del país: el turismo.