“Se acabó la pandemia”

Conozco un político amigo, muy simpático y un tanto botarate, a quien su partido le encargó ser el portavoz durante una crisis derivada de una investigación judicial por un presunto soborno. Ya se imaginan la situación: ¿qué se puede decir de forma convincente ante algo así? Mi amigo, ni corto ni perezoso, se lanzó a la rueda de prensa y no tuvo otra ocurrencia que decir: “Este tema queda zanjado; nuestro partido no tiene nada que ver con este asunto. Por lo tanto, que no se hable más de esto”.

Es un poco inverosímil que se haga una proclamación así ante la prensa, pero mucho más loco fue que, en privado, tras la intervención ante los medios, mi amigo me dijera: “Se acabó, ahora ya no hablarán más de esto”.

Supongo que se imaginan: el asunto siguió durante días, semanas, meses y años en las portadas de los periódicos, programas de radio y telediario, indiferentes a la decisión de mi amigo de acabar con el tema. Como si dependiera de él; como si fuera sólo una cuestión de contundencia.

Algo similar ocurre con la aviación y el coronavirus. Cada pocas semanas, alguna compañía aérea reinicia sus vuelos y lo presenta como si estuviéramos ante el final de la crisis. “Se acabó la pandemia”, dicen. La rueda de prensa de presentación normalmente tiene lugar en un clima de excitación que no tiene ninguna relación con lo que ocurre con las reservas. El portavoz ya puede decir que “normalizamos” todo, que da lo mismo, no es una cuestión que decida la aerolínea, sino que hay que conseguir que los viajeros regresen a los aviones, lo cual es mucho más complicado de conseguir.

Tras el fin del confinamiento de abril y mayo, recuerdo la primera vez que Emirates reinició los vuelos; la primera vez que Etihad hizo lo propio; cuando Air France despegó rumbo al Caribe; y así sucesivamente. Y al final no ha cambiado nada porque como los aviones vuelan casi vacíos, al final la crisis sigue ahí.

Y lo que queda. Probablemente menos que en un caso de corrupción política. Pero no mucho menos, me temo.