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EDICIÓN ESPAÑA

Paradores ante su posible privatización

La privatización de Paradores Nacionales puede quebrar la fórmula con la que el Estado promociona algunos destinos. El viraje desde el capital público al privado ha salido a la luz tres días antes de las elecciones como una de las medidas del conocido como ‘programa oculto’ del PP. La callada oficial hace temer que la decisión va en serio.   El debate está instalado en el Sector ¿Tiene razón de ser una cadena hotelera pública? ¿Quién debería gestionar un patrimonio inmobiliario de tal calibre? ¿Supondría la privatización de Paradores un golpe al turismo español? ¿Se ha guiado su gestión siempre en términos de rentabilidad? ¿Son irrechazables 2.000 millones de euros?   Cada una de estas respuestas probablemente cuente con argumentos sensatos a favor y en contra. La cuestión es encontrar los puntos en común. En primer lugar parece que una empresa, que según entendidos estaría en quiebra técnica de ser privada, tiene margen para mejorar su operatividad.   La mejora de la operatividad suele darse más a menudo en empresas privadas antes que en las públicas, sin ser imposible lo contrario. Lo cierto es que los fines políticos –en el buen sentido— de Paradores Nacionales hace más complicado que cuadre el RevPar, la ocupación y los típicos quebraderos de hoteles privados.   En 2010 Paradores ocupó 1,2 millones de habitaciones de las 2 millones que ofertó. Es decir, el 55 por ciento. Sus ingresos han caído, según el director financiero de la cadena, a causa de “fallar con el precio medio de las habitaciones”. En definitiva, una situación no demasiado escandalosa ni inaudita en el Sector habida cuenta de la coyuntura general.   Entonces, ¿Debe plantearse una privatización por un problema coyuntural? Desde luego no parece lo más apropiado. Una buena señal por parte de Paradores sería haber frenado a tiempo su ambicioso plan de expansión en un momento como este.   ¿Debe plantearse la privatización de Paradores por un problema de base, sobre si es necesario una cadena pública, y si ésta cumple realmente con la promoción de los destinos, y revierte a la población el gasto que supone su mantenimiento? En estos términos sí parece que el debate cobraría más sentido.   Si Paradores quiebra su modelo hacia el sector privado, y es cierto que se convierte en la primera privatización del PP, las formas habrán sido un error. Al menos públicamente no ha habido debate con el empresariado, lo que no sería la mejor carta de presentación de la política turística del nuevo gobierno de Rajoy.

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