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EDICIÓN ESPAÑA

O O'Leary o Ryanair

Ryanair se enfrenta a uno de los desafíos más trascendentales en sus 25 años de vida: su modelo de negocio, sus relaciones laborales, sus salarios, lo que en definitiva es su punto crítico: sus costes. La compañía irlandesa tiene ante sí un problema que, en parte, hunde sus raíces en la arrogancia insoportable que su director general, Michael O'Leary ha exhibido a diestro y siniestro a lo largo de estos años.

La compañía, como todas sus rivales del mismo estilo, tiene unas políticas de relaciones laborales que, como mínimo, podemos llamar atípicas. No se crean que las rivales, ahora calladitas, son mucho mejores. Depende de las circunstancias concretas pero, en general, en este negocio de la aviación la dureza en las relaciones laborales es tremenda.

Si, por ejemplo, ponemos como ejemplo el handling, ¿existe una sola aerolínea, incluyendo las tradicionales, que tenga una política de empleo en este sector, que sea aceptable? ¿Alguien se cree que las aerolíneas pagan sus compensaciones económicas como indica la ley, sin antes no someter al viajero a todo tipo de vejámenes? De esta práctica no se libra nadie.

Sin embargo, Ryanair, que no se ha diferenciado de las demás en material salarial, sí ha sido especialmente cruel en despreciar todo diálogo, toda apertura, toda ceremonia de apaciguamiento de las críticas; ha carecido de formas. O'Leary fue siempre arrogante. Ryanair, en otras palabras, se ha ganado la animadversión de amplios sectores sociales, incluídos muchos de sus viajeros, históricamente tratados de forma deplorable, salvo en lo que respecta al precio y la puntualidad.

Así, pues, hoy la situación de la compañía, sobre todo desde el punto de vista de su imagen, es muy delicada. No estamos ante un conflicto social más: estamos ante gente quemada, azuzada socialmente, que quiere pasarle factura a quien siempre ha tratado con desprecio a los trabajadores. El enfado es mucho mayor de lo que el trato económico permitiría esperar, pero es que Ryanair ha sido especialmente displicente con todo el mundo.

Ahora, en cambio, las cosas no pintan tan bien para la empresa: por un lado, el mercado laboral está boyante y la oferta laboral está en un buen momento, lo que da alas a los trabajadores; políticamente, Ryanair se ha ganado la antipatía hasta de quienes defienden su modelo de negocio y, finalmente, su actitud de cara a la negociación parece ser exactamente la contraria de la que sería aconsejable en un contexto como este. Sigue siendo una gran empresa, con beneficios increíbles, sólida como una roca. Pero con pésima imagen.

O mucho me equivoco o el futuro de la compañía pasa necesariamente por un cambio en la dirección, en el estilo, en las prácticas. De forma que me atrevo a decir que sólo sin O'Leary Ryanair podrá continuar con su negocio, corrigiendo lo más desagradable de él, que sin duda es el estilo tan arrogante de comportarse. Lo de pagar más a los trabajadores está por ver.


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    2 Comments
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    Juan
    5 años

    No piden mas dinero solo piden un contrato laboral legal y nacional amparado bajo el estatuto de los trabajadores de cada pais, cotizando en cada pais y no en Irlanda por obligado cumplimiento

    occupyOakland
    5 años

    No te queda O´Leary,Colau,ERCUPODEM y Bildu que xupar pa´lustros.

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