El asunto del Brexit es muy sencillo cuando lo simplificamos al máximo: Europa, que es el bloque realmente poderoso en esta negociación –sólo uno de sus países, Alemania, tiene más potencial que toda Gran Bretaña--, debía escoger entre castigar al Reino Unido y particularmente a Boris Johnson o, por sentido de la responsabilidad histórica, jugar limpio e intentar construir una nueva relación con este país.
¿Por qué castigar? Porque en Europa hay muchos movimientos políticos favorables a la ruptura del bloque. Y no sólo en Hungría y Polonia, sino también en Francia, Italia, Holanda o Suecia. Europa podría haber optado por dar un escarmiento: “¿Veis lo que os puede ocurrir si seguís el camino británico?”. Esta era una opción. Que, naturalmente, tenía sus riesgos: Gran Bretaña había dejado caer que bien podría convertirse en un paraíso fiscal; y también sugirió que los coches japoneses podrían ser perfectos sustitutos de los alemanes –es el primer mercado de Audi y Mercedes después de Alemania.
Pero también había razones para no ser severo. Todos los conflictos serios en Europa, algunos dramáticamente sangrientos, se han generado por la desproporción en las reacciones entre los países del continente. Y eso había que evitarlo de todas formas. Así que Europa escogió. Y eso ha significado un tratado tremendamente positivo para Gran Bretaña, mucho más allá de los primeros borradores sugeridos a Theresa May.
Esto para el turismo y el transporte es excepcionalmente bueno: las cosas no vuelven a la situación anterior a la entrada británica a la Unión sino que se quedan a medio camino: apertura comercial, con algunas restricciones al movimiento de personas que, francamente, no serán excepcionalmente duras. Y, en la aviación, podemos decir que a finales de 2021 no habrá diferencias. La creación de esa comisión mixta para modificar la legislación europea en materia de propiedad de aerolíneas abre las puertas a la continuidad absoluta.
Es positivo para todos.
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Los grandes conflictos europeos han sucedido porque en un principio, quienes se tendrían que haber mostrado firmes y fuertes se mostraron débiles y faltos de voluntad. Gracias a ellos tuvimos 2 guerras mundiales y media europa esclavizada con el comunismo, ahora una invasión migratoria. Y todo ello, hoy como ayer, dará alas a un populismo que mostrará soluciones simples a problemas complejos que los gobiernos de europa, hoy como ayer, no tuvieron la valentía de encarar y oponerse.
PD: En espera de la claudicación que nuestro gobierno hará con Gibrartar, un paraíso fiscal nido de contrabando de tabaco, bunquering, hostigamiento a pesqueros gaditanos y extensión de su territorio a costa del español. Nos ofrecerán cacahuetes, les daremos las gracias y quedarán riéndose de nosotros. Somos sus camareros.
O sea que el asunto Brexit finalmente se refleja como de "apertura comercial con algunas restricciones al movimiento de personas".
Vamos que todo este rollo es el resultado de que en una votación se preguntó a los ciudadanos del Reino Unido si pensaban que las ventajas económicas justifican la llegada de personas y los ciudadanos votaron que no.
Igual si hacen esa misma pregunta a la democrática Europa resulta que también vota que no.
Pero la democratica Europa no puede permitirse cumplir el deseo de sus ciudadanos, hasta ahí podríamos llegar, para decidir sobre el bien y el mal ya están los burócratas de Bruselas.
Con solo haber solucionado la cuestión inmigratoria se habría evitado este paripé en el que da la impresión de que al final todo va a seguir igual en lo económico pero con algunas restricciones para que cierto personal llegue a UK.
Pues eso.