Eurodescontrol

Norwegian hizo lo que debía: pide a la EASA, Agencia Europea de la Seguridad Aérea, un permiso para un vuelo especial entre Málaga y Estocolmo, para uno de sus aviones Max. Es lo que debía hacer. Europa creó esta oficina para evitar que el espacio aéreo sea un caos, teniendo que pedir autorizaciones a cada uno de los países que lo integran. Es lógico. Y eso hizo Norwegian.

Cuando su avión va a entrar en el espacio aéreo alemán, este país decide rechazar el paso de la aeronave, que EASA había aceptado. Explíquenle esto a Norwegian. ¿Significa que la aerolínea además de haber pedido autorización a EASA, debía de haberse dirigido a cada uno de los países que sobrevolaría? En ese caso, ¿para qué existe EASA?

Esto es Europa: un caos jurídico bajo una apariencia de colaboración. Si Europa crea Easa, Easa no puede estar al mismo nivel que los estados. Si fuera así, no sirve para nada, como demuestra este caso. Easa tiene que estar por encima de los estados.

Pero en Europa, creamos Easa y mantenemos todas las estructuras nacionales. Menos mal que no tenemos agencias autonómicas de la aviación, para complicar el caos.

Lo que ha ocurrido con el vuelo de Norwegian es un indicador de lo mal que funciona Europa a este nivel. Obviamente, imaginen ustedes el control aéreo, unido y dividido al mismo tiempo. Y no es el único. Creamos instituciones centrales, mantenemos las nacionales, no definimos bien los límites, y todo se esfuma en la vaga idea de colaboración. Pero quien paga este desastre es el ciudadano. En este caso, Norwegian que, pese a haber actuado correctamente, se encuentra con este lío. Noruega debería demandar a Europa por el caos operativo interno que hace inviable su futuro como continente. Jamás en China o en Estados Unidos habría podido suceder algo así.