Deroguen el reglamento 261 de la UE

La Comisión Europea aprobó en su momento el famoso reglamento 261 que protege a los consumidores y usuarios de las compañías de aviación, ofreciéndoles un sistema de compensaciones y garantías. Entonces se dijo que era la normativa más avanzada del mundo y que los demás nos mirarían con envidia. 

El reglamento, de obligado cumplimiento en la Unión Europea, afecta a todos los vuelos que lleven a cabo las compañías aéreas europeas en cualquier lugar del mundo y a los de las no europeas dentro del territorio europeo o con salida desde sus aeropuertos.

Básicamente, allí se contemplan una serie de supuestos en los que el viajero tiene derecho al reembolso del billete, a asistencia, a una indemnización, así como los motivos para todo esto.

El reglamento prevé también la existencia de situaciones excepcionales cuando dice que, si hay causas de fuerza mayor, la compañía aérea no deberá pagar compensaciones al viajero. Por ejemplo, si por una nevada o una huelga se cierra un aeropuerto, como esto no es responsabilidad de la compañía, no hay indemnización. 

Con los reembolsos de los billetes, el reglamento también prevé cómo operar: si el viajero desiste de su intención de usar el transporte contratado, pierde el dinero; si la compañía aérea es la que anula el viaje, debe devolver el billete.

O sea, el reglamento ha sido redactado por políticos competentes que han contemplado las situaciones excepcionales, había sido debatido con las aerolíneas, que conocen el mundo en el que se mueven, y nadie durante años presentó objeciones.

Ahora, pues, por razones de fuerza mayor, igual que si se tratara de una nevada o de un terremoto, incontables vuelos se han cancelado en el mundo y, lógicamente, en Europa. Y entonces, dejan de aplicarse las cláusulas de compensación al viajero por las cancelaciones, tal como prevé el reglamento para causas de fuerza mayor, pero más llamativo, en contra de lo que dice la norma, las compañías dejan de devolver el dinero que cobraron por el billete. No hablamos de una penalización, sino del precio del viaje. El reglamento, que ellas no cuestionaron, que está en vigor jurídico, dice que el billete se ha de devolver pero, sorprendentemente, la mayoría de las aerolíneas –exceptuadas muchas de las de bajo coste-- han decidido no cumplir la norma, con la tolerancia de los gobiernos –particularmente en el caso de España--.

Yo humildemente pregunto: cuando hay una pandemia, ¿qué leyes o qué artículo de las leyes se dejan de aplicar sin que conste en ningún lugar? ¿Puedo yo considerar que la ley del Impuesto de la Renta se deja de aplicar dado que hay un virus por las calles? ¿O puedo yo considerar que los semáforos de mi ciudad ya no tienen validez?

¿Cómo va esto de que una norma se deja de cumplir sin razón alguna, sin que haya sido suspendida oficialmente por la autoridad que la aprobó?

Para que podamos seguir respetando la Ley, yo sugiero que deroguen urgentemente el reglamento 261 y convoquen de nuevo las ruedas de prensa habituales para decir que Europa ya no es pionera en proteger al consumidor, que lo éramos mientras no había nada que proteger, pero que cuando fue necesario, protegimos al poderoso, que para algo esto es la selva.