En esto de la promoción turística, cada país y cada región se lo montan como pueden. El objetivo es conseguir que la imagen del país de la vuelta al mundo, que se conozca, que se hable. Australia tiene una campaña muy interesante con el slogan “¿Dónde demonios estabas?”, con una fotografía de un paisaje del país; Nueva Zelanda, por su parte, ideó el “100% Pure” que ha sido tan exitoso que se ha disparado el número de viajeros a ese país. Y Lituania, el pequeño país del Báltico, ideó el slogan “Real is beautiful” que suena bien y que no parece una mala idea.
La secretaría de Estado de Turismo decidió pues lanzar una campaña de unos 170 mil euros, una cantidad relativamente importante para lo que es el país, con ese slogan, basada en fotografías sobre las cuales, en un rincón, aparece el slogan con formato de sello de correos.
Sólo hubo un problema. Un gran problema que arruinó la campaña: no se sabe cómo ni por qué, la campaña se hizo con fotografías que no son de Lituania sino de Finlandia y Eslovaquia. Por ejemplo, la foto que acompaña esta noticia.
El ridículo se agrava porque encima el slogan sugiere que “real” es maravilloso, pero sólo está el problema de que no es real.
Lógicamente, la secretaria de Estado no tardó en presentar su dimisión, en medio de las chanzas generalizadas por la campaña, evidentemente fracasada. Jurgita Kazlauskiene había sido citada al despacho de su superior, el ministro de Economía, donde, confrontada con el ridículo, presentó la dimisión.
El primer ministro, Saulius Skvernelis, reconoció que la campaña era un fraude. Pero por lo menos lo hizo con sentido del humor. En Facebook colgó una foto de la sede de la Unión Europea en Bruselas y acompañó este texto: “Mañana nos mudamos a este nuevo edificio. Real is beautiful”.
La campaña, lógicamente, ya está en los anales del desastre publicitario.
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