Un populista para el Imserso

Lo primero es antes que nada. A mi no me interesan las personas por dónde vienen, sino a dónde van. Como demócrata compulsivo –al fin y al cabo he vivido distintas experiencias comunistas (URSS, Cuba, Nicaragua)– acepto la voluntad del pueblo expresada en las urnas, incluso, con engaños masivos incluidos.

Un tal Luis Alberto Barriga Martín, que al parecer conforma las huestes políticas de Pablo Iglesias, se ha hecho cargo del Imserso a título de director general que es lo que históricamente ha venido siendo. Su currículum habla de que es un "trabajador social" con más de 30 años de experiencia en ese sector del "trabajo social".

Pues muchas enhorabuenas y al tajo. No es un jovenzuelo por lo que leo y tampoco sabe mucho de turismo y, probablemente, algo sobre mayores. Aunque nacido en Cantabria parece que toda su vida profesional (sic) la ha disfrutado en Castilla y León, que sí es un enorme y gran geriátrico.

El señor Barriga Martín tiene ante sí la posibilidad de demostrar que, en primer lugar, tiene conocimientos suficientes para saber de qué va la cosa; en segundo lugar, que tiene sensibilidad social suficiente para entender lo que significa en este país el "turismo social" y , finalmente, que cuenta con la capacidad operativa y la fuerza suficiente dentro de ese maremagnum gubernamental no sólo para mantener la asignación presupuestaria para ese subsector, sino aún aumentarlo. Está por ver. Y estaremos muy atentos a ver si la prédica (bla, bla, bla) se compadece con el trigo.

Aunque son ya muchos lustros del Imserso y, por lo tanto, muchas experiencias, parece claro, tras las gestiones de los dos últimos directores generales, que el programa es fácilmente objeto de mejora, cambios e incluso una nueva formulación. Ahí tenemos al nuevo y grandioso director general ante el reto que le contempla. Me da igual el color político del que se trate. Aquí, en el Imserso, lo que menos se necesitan son peroratas partidarias; lo que se demanda a raudales es capacidad y gestión. Ya no sirven los cuentos, ni las rechiflas. Gestión.

El millón de jubilados que pueden tener opción (esperemos) a viajar mediante incentivos públicos se merecen lo mejor; a cambio de nada. Porque este es un tajo muy proclive al clientelismo político.

Ha llegado la hora de los hechos. No de las palabras hueras. De modo y manera, que deseo al nuevo y flamante director general trabajo, mucho trabajo. Ideas, muchas ideas para mejorar un servicio que ha sido un éxito total. Debe ser partidario del Imserso de filiación pública (of course) y, por lo tanto, debe demostrar que es capaz de ir de las promesas al trigo.

Buena suerte, señor Barriga. Lo que sobra en la Administración es precisamente tejido adiposo.

¡Salud!