El próximo mes de noviembre se cumplirán tres lustros, quince años ya, del último vuelo efectuado por uno de los aviones supersónicos Concorde. Como tuve la inmensa suerte de haber volado en uno de ellos cuatro años antes de su retirada definitiva, me permito evocar aquella experiencia vital y pido disculpas al lector por aludir a mi circunstancia de protagonista.
A lo largo de mi vida profesional he podido -y en ocasiones “he tenido que”- volar en casi todos los modelos de avión existentes y en bastantes helicópteros. En algunos casos a bordo de aviones salidos de fábrica y en vuelos no comerciales. Comparto la ilusión de quienes esperan nuevos aviones supersónicos sobre los cuales se habla y escribe mucho pero parece avanzarse poco. A este paso, puedo considerarme doblemente satisfecho de haber volado en el mítico Concorde y haber sido uno de los privilegiados de viajar a una velocidad superior a la del sonido.
Fue a finales del siglo pasado, cuatro años antes de que dejaran de volar. La fecha resulta difícil olvidarla -11 del 11 del 99- en el vuelo AF 4102. No fue un vuelo convencional ni demasiado largo: un vuelo de promoción de la aerolínea, al que tuve la fortuna de ser uno de los invitados.
El avión mas importante creado por los humanos con una velocidad de match 2 el concorde jah! Simplemente irreemplazable