Por qué el descuento de residente en las islas acaba en las aerolíneas

Aleix Calveras es un profesor de Economía de la Universidad de Baleares. Hace unos meses, Calveras, mientras los gobiernos de Canarias y de Baleares presionaban a Madrid para la introducción del descuento del 75 por ciento en los billetes de avión y de barco entre las islas y la Península, escribió un artículo en el que afirmaba que el descuento sería inútil. Sin embargo, nadie le escuchó porque para nuestros políticos no se trataba de atender un análisis desapasionado y técnico sino de demostrar a la sociedad cuán valientes eran gastando el dinero de todos con un fin inútil pero que satisfacía el deseo de la multitud ignorante (Baleares urge a Aviación Civil a frenar el precio de los vuelos).

Ahora llevamos ya varios meses en los que está en vigor el descuento del 75 por ciento en los billetes entre los dos archipiélagos y la Península y, tal como anunció el profesor Calveras, los usuarios prácticamente siguen pagando lo mismo, pero el Gobierno, en cambio, está teniendo que desembolsar grandes cantidades de dinero a las aerolíneas, mucho más que antes. O sea, el descuento de residente se ha demostrado un fracaso estrepitoso, anunciado  y descrito con detalle.

Ahora, ya lo verán, nuestros políticos no entonarán el “mea culpa” sino que culparán a las aerolíneas, como si estas fueran malvadas y perversas y sólo buscaran robarnos, estafarnos y quedarse con nuestro dinero. Ya este fin de semana se oyen voces acusadoras. Nada de eso, por supuesto.

Entender cómo se determina el precio de un billete exige una reflexión porque nuestros políticos y buena parte de la sociedad están ancladas en el siglo XIX.

Los precios de los billetes de avión no se fijan sumando los costes y determinando un precio. No, eso sucedía en los ochenta, pero no hoy. Hoy los precios se fijan según la oferta y la demanda: si la demanda es baja, los precios bajan. Bajan hasta tocar el suelo, por debajo del coste si es necesario, porque las aerolíneas están dispuestas a todo antes que volar con un asiento vacío. Vendiendo un billete a un euro tienen la esperanza de que el pasajero haga otros gastos que les proporcionen ingresos extras, por lo que todo antes que volar vacíos. Si la demanda es alta, el precio sube sin límites. Este es un punto crítico.

Todo se regula con un algoritmo matemático. Cuando el algoritmo detecta que las ventas de un vuelo determinado van bien, automáticamente sube el precio. ¿Cuánto? El sistema proyecta el precio máximo posible, porque esa es la naturaleza de la operación: intentar cobrar el máximo para que se llene el avión. Imaginemos que quedan diez asientos y hay veinte compradores. En ese caso, la compañía subirá el precio del billete, calculando a partir de qué precio sólo diez viajeros estarán dispuestos a volar.

Así es como se determinan los precios de los billetes.

El factor que altera todo este mecanismo es el descuento de residente. Porque el viajero, una vez que sabe que no va a pagar el precio que le indica la aerolínea sino el precio descontado, sólo se preocupa del segundo precio. Si la compañía pide 500 euros por un billete, al viajero de las islas le da igual porque sabe que pagará 150. Y su decisión de volar la tomará exclusivamente a partir de esos 150 euros. Por ende, automáticamente los precios se adaptan a la demanda. Los 500 euros quedan como un referente para la subvención, pero nada más.

Calveras estudió los precios que se están pidiendo para volar en el puente de la Inmaculada. Pongamos el ejemplo del domingo 9 de diciembre. Ese día los vuelos de la tarde previsiblemente se comportarán de la siguiente manera: los que se dirigen de la Península a Baleares y Canarias estarán ocupados primordialmente por viajeros con el descuento de residente y los vuelos que van desde las islas a la Península, por personas sin descuento. Calveras estudió los precios que piden las compañías y descubrió que prácticamente los que van hacia las islas triplican a los de regreso. Sin embargo, tanto en un caso como en el otro, los viajeros pagarán unos 150 euros por billete, en un caso gracias a la subvención pública, en el otro sin intervención del Estado.

Está ocurriendo que el mercado tiende a equilibrarse. Como anunciaba Calveras y como podría explicar cualquier economista de medio pelo pero que sólo un demagogo no puede entender.

¿Cuál es, grosso modo, la conclusión del descuento de residente que se aplica en Baleares y Canarias? Que está engordando la cuenta de resultados de Iberia, Ryanair y Air Europa, sin beneficiar a los usuarios.

Pero no nos dejemos engañar nuevamente: este no es un acto malicioso de las aerolíneas, esta es la estupidez de nuestros políticos, incapaces de entender cómo funciona el mercado. Incapaces de comprender la legislación que ellos mismos han aprobado.

Ahora Baleares y Canarias claman a Madrid para que aplique sanciones. Pero Madrid tampoco puede hacer nada porque los precios en este país son libres, absolutamente libres. Estas son las chapuzas que ocurren cuando un gobierno interviene en el mercado: rompe las dinámicas normales, generando casi siempre el efecto contrario al que pretende.