Lecciones de un bichito que devora el turismo

Ni la subida del crudo, ni la desaceleración económica, ni los vuelos gallináceos del "procés", ni la incompetencia generalizada de un Gobierno, ni el ascenso al poder de los comunistas que tienen Cuba, Venezuela y Nicaragua como modelo, han podido con la industria turística española.

La determinación de sus empresarios, la competencia extraordinaria de sus profesionales, las condiciones excepcionales de España como destino turístico, han impedido que todo lo anteriormente descrito que el 12 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) fuera puesto de rodillas por distintas circunstancias.

Pero, héte aquí que un bichito que nació en Wuhan (China) hace algunas semanas, bautizado por los científicos como Covid 19, casi de repente y de sopetón está poniendo el globo patas arriba, y, aquí en España, destrozando su principal industria a pasos agigantados. Ni la gran y larga crisis que fue del 2009-2014 consiguió desplomar de forma tan brutal el mundo del transporte, el cosmos hotelero, los restaurantes, lugares de ocio y todo en general.

Hace unos días, durante un desayuno con una persona tan experimentada como Juan José Hidalgo –que llegando desde donde vino ha podido vivir en carnes propias todas las crisis habidas e imaginables– pude entender en toda su profundidad la situación actual. El sector aeronáutico español ha perdido más de 40.000 millones y el conjunto de Europa por encima de los 150.000 millones de euros.

Los hoteles están vacíos en muchos de los casos; en otros, medio llenos y las expectativas para la inminente llegada de la Semana Santa se han derrumbado. Incluso, el Fondo Monetario Internacional (FMI) alerta al Gobierno español acerca de que los principales motores de su actividad económica se van a gripar de forma fulminente. Es claro que el país –con una actuación gubernamental penosa, repleta de sectarismo e irresponsabilidad como lo demuestra el hecho de haber permitido las manifestaciones del 8-M cuando los expertos y autoridades sanitarias habían alertado en contra– está semiparalizado y ha entrado en sicosis colectiva. ¡Tampoco es para tanto!

La gran lección que el bichito Covid 19 está dando al mundo es que no se puede bajar la guardia. La humanidad está recibiendo una soberana lección al respecto de no creerse nada y que el mundo continúa siendo un cosmos pequeñito y muy vulnerable.

La lección específica para los españoles es que las amenazas para la humanidad no tienen fronteras y los virus no tienen ningún ADN específico en clave catalana, vasca o corsa. Y mucho menos nacionalidad. Es la unión o el desastre en forma de pandemia.

No soy muy partidario de entrar a saco contra las autoridades gubernamentales en circunstancias como estas. Pero lo que no puede pedir el señor Sánchez es que nos olvidemos de lo que hizo cuando estaba en la oposición y apareció el bichito Ébola. Entonces, se comportó como un chulo ventajista insoportable; ahora da muestra de su incompetencia supina. Pero España y sus ciudadanos no pueden pararse a pensar en un presidente del Ejecutivo que tiene los días contados. O años, que nunca se sabe.