Kiev (Champions), otro desastre turístico

La UEFA, el máximo organismo europeo de fútbol, cuyos capos viven y cobran como cardenales venecianos, es una entidad en permanente sospecha de corrupción, igual que sucede con su mayor FIFA.

Esas sospechas surgen, amén de algunos datos fehacientes que afectaron en su día a nombres señeros del deporte como el francés Michel Platini o el español Angel María Villar, de la ausencia de sentido común en determinadas decisiones. Es el caso que nos ocupa. Por ser caritativos porque también podríamos aplicar ciertas “sospechas”.

¿Acaso esos popes UEFA son los únicos que ignoraban que el aeropuerto ucraniano de Kiev no permitía aterrizar aviones de gran calado? ¿Son los únicos que no saben que una final de la Champions se suele abarrotar hasta la bandera? La decisión de optar por Kiev tiene que tener algún aquel que al común se nos escapa.

El turismo deportivo mueve miles de millones de euros/dólares en todo el mundo. Un subsector que genera miles de puestos de trabajo y al mismo tiempo representa un puntal vertical de extraordinaria importancia.  El turismo que cabalga sobre los distintos deportes –mucho más el fútbol en Europa- es un ejercicio que suele ser de montante económico y conlleva muchos entresijos en el gasto. Recibimos noticias desde la capital ucraniana respecto al abuso en hoteles y costes de las entradas para poder presenciar “in situ” el Real Madrid/Liverpool. Es de cajón que sólo a unos tipos como los “bien comidos y mejor bebidos” de la UEFA se les puede pasar por alto. Kiev no es una ciudad preparada para recibir un choque en todo lo alto que representa a lo más granado del futbol continental. Se podían haber tomado siquiera la molestia de haber consultado (gratis) a cualquier profesional turístico español y hubiera tenido una respuesta clara. Si no hay espectadores, señores 'uefos', no hay deporte de masas.

Me confesaba un conocido operador aéreo y empresario turístico “vertical” que la final UEFA entre el Atlético de Madrid/Marsella que se disputará en Lyon es mucho más interesante desde el punto de vista del negocio que la final de Kiev. Lógico, porque las cosas se han puesto más fáciles para los profesionales de los viajes pero también para el “consumidor” que de esa manera poder acudir al evento futbolístico es mucho más asequible desde el punto de vista crematístico. Si no hay pista para la entrada de grandes aviones y no hay camas hoteleras, esto es, si la demanda es muy superior a la oferta, es de toda lógica que los precios se disparen mucho más en un país mucho más atrasado que España e Inglaterra.

¡A ver si aprenden!

ALGO SE MUEVE EN GLOBALIA.

La hemeroteca reciente en Preferente.com no me dejará por mentiroso. Escribí hace algunas semanas que Juan José Hidalgo espera tranquilo, muy tranquilo, los movimientos que se producen a su alrededor. Porque algunos movimientos significativos sí se están produciendo. Hidalgo asienta su tranquilidad sobre el 52 por ciento de la totalidad de la propiedad en Globalia; a partir de ahí, que pasen y tomen asiento.

Es posible que esos movimientos puedan concluir en los próximos días o semanas en alguna noticia al respecto.

El 48 por ciento restante solo puede organizarse como tal –lo cual no es nada fácil- ver y proponer. No decidir. Son estos unos tiempos de grandes cambios en un sector extraordinariamente activo y nervioso.

La orgía de noticias en torno al Grupo de Pepe Hidalgo viene a poner de manifiesto algo obvio: que casi todas sus sinergias son una perita en dulce para aquellos que desean sumar a sus empresas ya existentes. Sólo hay un grupo turístico en España que cubra todos los flancos del negocio. Uno.

El tiempo pasa para todos, incluidos los grandes emprendedores/empresarios. Claro. Tengo para mí, sin embargo, que en torno a la gran criatura de Pepe hay gente que se emperra en confundir valor y precio. Como diría el clásico a los veteranos y cuajados empresarios sólo se les vence cuando la parca aparece en carne mortal.