Esto de Oyo no lo entiendo

No tengo ninguna información precisa sobre qué está ocurriendo con Oyo. Se trata de una cadena hotelera india que ha tenido el crecimiento más espectacular jamás registrado en el mercado y en la historia. Su modelo se basa en la franquicia de hoteles ajenos, a quienes les vende el producto. 

Inicialmente, Oyo creció porque en la India la hotelería para el público local, la accesible, está tremendamente fragmentada, es de muy pocas dimensiones y, por lo tanto, una marca que ofrezca alguna garantía al cliente es bienvenida, simplifica las cosas y permite crecer.

Pero Oyo es más porque se expandió por toda la región con gran velocidad. Llegó a todo el sureste asiático en poco tiempo, con una velocidad pasmosa. A mí todo esto me da mala espina. Conozco bien cómo trabajan las grandes cadenas, incluso las medianas, y es tremendamente raro este nivel de expansión.

Best Western, por ejemplo, es un modelo bastante parecido a Oyo. Ha crecido, está en todo el mundo y funciona bastante bien. Pero dista un mundo del crecimiento de Oyo. Y les aseguro que Best Western no está mal gestionando. Pero es que expandirse exige establecer una relación de fidelidad con el hotelero, compenetrarse, compartir en parte el negocio. No es fácil. Exige tiempo. Simplemente no es posible que Oyo haya sido capaz de superar todos los obstáculos con todos los hoteles, en todos los mercados, sea cual sea su cultura.

Conozco gestores hoteleros que han intentado expandirse por China –donde Oyo se ha extendido de la noche a la mañana– y se han estrellado porque los condicionante culturales son profundos. Japón es un mundo. Europa, por supuesto, también, aunque a nosotros se nos haga más fácil porque somos de aquí. Pero es que Oyo es india, con sus maneras, sus costumbres.

No me extraña que ahora empiecen los problemas. Problemas con su banco, el primer inversor, que es japonés, y, más grave, problemas para seguir creciendo, procesando tanto hotel, haciendo que todo aquello ruede incluso estando como está en la cresta de una ola que amenaza con romper en cualquier momento.

Esperemos a ver cómo acaba todo esto. Pero por las dudas recuerden cómo acabó We Work. (Por cierto, propiedad del mismo banco.)