En su momento, alguien permitió que en Estados Unidos los pasajeros de los aviones pudieran volar con un animal de apoyo emocional. Uno se imagina un gato o un perro de pequeñas dimensiones. Pero a lo largo de los últimos años esto se ha convertido en una fuente de noticias surrealistas, como la que ven en la fotografía, cuando una pasajera se presentó con un pavo real de tamaño colosal, que la compañía tenía que aceptar por lo que dice la legislación o cuando los telediarios americanos abrieron con un caballo transportado por estos motivos.
Pero ahora esto probablemente se acabe. El Gobierno está modificando la ley de acceso a los aviones y ha puesto a información pública una modificación –entre muchas-- que impide estos animales a bordo. Se mantiene, por supuesto el derecho de los pasajeros ciegos a usar un perro guía y se contemplan algunas otras excepciones. Pero eso es todo.
Las aerolíneas aplauden porque los líos que generaba esta disposición eran fantásticos. Nicholas Calio, el director de la patronal de las aerolíneas dijo que “queremos que los viajeros y la tripulación tenga un viaje seguro y confortable” por lo que era mejor evitar los animales de apoyo emocional, en relación a los que parece haber habido excesos inadmisibles.
Esto forma parte de la implementación por parte de la FAA de una norma de más de mil folios que viene de Trump.
Y a todo el mundo le parece bien.
Porque hay cosas que se caen por su peso y por el abuso de derechos que ha hecho la corriente snob.