El otro negocio de la "ecotasa"

Hace tres lustros, en plena oposición de casi todos los hoteleros del archipiélago balear a la mal llamada “ecotasa” escribí que un colega de aquellos -catalán pero con establecimientos en las islas- me confesó que él estaba encantado con aquel impuesto porque si finalmente se declaraba no conforme a la legalidad su empresa habría obtenido unos interesantes ingresos atípicos, ya que ningún contribuyente reclamaría la devolución de los euros individualmente pagados en el hotel.

Y así fue, en determinados casos. Por ejemplo, el mío. En efecto, dentro de unos días se cumplirán quince años -quince ya- de aquel día de octubre de 2003 en el que como cualquier otra persona alojada en un hotel de Mallorca tuve que abonar la falsa “ecotasa”. Falsa porque en realidad era un impuesto sobre las estancias en empresas turísticas de alojamiento, según consta en el ejemplar para el contribuyente que me dieron tras haber abonado los 2,06 euros por dos noches de alojamiento.

Los aboné, aún siendo nacido en Palma y de que disponía de vivienda en Mallorca, con motivo de mi asistencia a un evento profesional celebrado en un hotel de la isla. Me alojé en la habitación del hotel que los organizadores pusieron a mi disposición. De este modo, evité tener que desplazarme pero sobre todo -y así lo admití- quería ser sujeto del hecho imponible.

Tras haber pagado aquellos 2,06 euros, recibí el justificante en el que, como “abajo firmante”, tuve que manifestar bajo “mi responsabilidad” “la veracidad de todos los datos consignados en la presente declaración” y -lo más importante- ceder y transferir a la empresa hotelera “todos los derechos y acciones que me pudieran corresponder y ejercitar con relación al impuesto indicado”.