El alcalde Hila perturbó a Fluxá en la última Fitur

Es difícil que Miguel Fluxá se sobresalte a estas alturas de la vida, pero el alcalde de Palma consiguió perturbarlo en la última Fitur. No fue una irritación grave pero al presidente de Iberostar le generó cierta inquietud un comentario del alcalde de la capital de su comunidad en la feria turística madrileña.

El alcalde José Hila es un político muy limitado que consiguió la alcaldía por el mero hecho de militar en el partido socialista y contar con el apoyo de sus colegas de la izquierda más radical y de los separatistas. Es un hombre sin discurso, sin formación, sin carisma y sin personalidad. Su virtud es sonreír y caerle bien a la jefa suprema de su partido. No se le conocen otros méritos. 

Toda la polémica que ha originado en los medios —incluso El País le ha dado estopa—es producto de una de sus frecuentes mentecateces, no desconocidas en su tierra pero sí consentida por los suyos y asociados. 

Los mejores retratos de este regidor los ha venido haciendo en los últimos años el periodista menos comprometido de las Islas Baleares, mucho antes de la gigantesca metedura de pata con las retirada de las placas de las calles de Palma, una más de sus múltiples sandeces. Entren en la hemeroteca de Diario de Mallorca y escriban Hila y Vallés, un periódico progresista y un periodista poco afín a la derecha.

Hila le dijo a Fluxá en una improvisada reunión mantenida el segundo día de feria que “su misión principal como político era luchar contra la desigualdad social generada en buena medida por la clase pudiente de las Islas”. Un comentario que no venía a cuento en una actividad como Fitur y en un contexto de conversación distendida.

El presidente de Iberostar, tras tomar aire y recuperarse del aserto del primer edil, le respondió que en nada compartía su sorprendente reflexión, que él no se sentía aludido, que no tenía lugar su aseveración, que su empresa daba trabajo en el mundo a 18 mil familias y que por tanto no le podía hablar de desigualdades y de cosas parecidas.

Miguel Fluxá no quiso entrar en más discusiones con este político que en época del dirigente del PSIB Félix Pons estaría de portero de la sede del partido a orilla de la Plaza Mayor. Fluxá le transmitió su perturbación a unos amigos que lo esperaban en un hotel de la calle Hermosilla, pero se le pasó enseguida.

Los calificativos de Perez Reverte y los historiadores a Hila, que no Illa, se quedan cortos si realmente vivieran de cerca la gestión de este alcalde al frente del Ayuntamiento más importante de Baleares. Cada pueblo tiene lo que se merece. La idocia no la arregla la recuperación del turismo ni las vacunas.