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EDICIÓN ESPAÑA

El absurdo miedo al Brexit

Me cuesta mucho entender cómo el ser humano puede llegar a enredarse de forma absurda sobre temas que no dan de sí. Para mí, toda la preocupación en España respecto del Brexit es simplemente un ridículo. Al menos en lo que hace referencia al turismo. En el ámbito residencial, las cosas son diferentes.

Veamos: España es un país que tiene un excelente producto turístico y que atrae visitantes tanto desde dentro como desde fuera de la Unión Europea. Por ese motivo, la salida de Gran Bretaña de la Unión carece de toda importancia. Los británicos seguirán teniendo vacaciones, seguirán buscando lugares tranquilos, con buen clima. Para los británicos, ningún lugar en el mundo les permitirá viajar como si estuviesen en su propio país, lo cual no resta ningún atractivo a España. Hay que recordar que nosotros recibimos grandes cantidades de turistas rusos, por ejemplo, que están fuera de la Unión, sin que ello signifique problema alguno.

Las cosas son diferentes para el residente. Quienes ya están en España, seguirán, porque los británicos se han comprometido a que los europeos que están en Gran Bretaña continuarán, prácticamente sin problemas. Tendrán que hacer un trámite, pero se apunta a que las facilidades serán tales que ni siquiera habrá que ir a una oficina sino que bastará con llenar los datos en una app del móvil. Por lo tanto, Europa hará lo mismo.

Sin embargo, las cosas son un poco más complicadas para quienes quieran venir a instalarse en el futuro. Esto habrá que aclararlo, pero si me permiten ser un poco cínico: ¿puede un país en el que los inmigrantes no identificados entran como Pedro por su casa, limitar el acceso a gente inmigrante que viene a invertir y que normalmente no supone problema alguno? Tendría su aquello.

Efectivamente, existe un posible problema que es el Brexit sin acuerdo. El 29 de marzo próximo, Gran Bretaña abandona la Unión. Eso es irreversible. La cuestión es que si no hay un acuerdo, esa salida sería brusca y precipitada. Y eso supondría un lío tremendo. Porque la negociación funciona de la siguiente manera: sólo entra en vigor cuando se cierran todos los acuerdos.

En este momento, está todo acordado menos el tema de la frontera entre las dos Irlandas. Si este asunto llevara a romper todo lo negociado, entonces tendríamos un buen lío. Pero eso, si me permiten que sea realista, no va a ocurrir. Primero porque aquí estamos hablando de muchísimo dinero, segundo porque hace daño tanto a Europa –que tiene en el Reino Unido un mercado de primer orden– como a los ingleses, que se verían en un lío tremendo.

Lo que sí va a ocurrir es que las presiones se van a mantener hasta el último momento, porque hasta entonces todos piensan que pueden mejorar en sus exigencias. Y no crean que el lío sólo está entre Bruselas y Londres sino también dentro del partido del Gobierno británico, que podría rechazar el acuerdo al que llegara la primera ministra.

Pero, un escenario de ruptura, aunque afectaría al turismo, no debería preocuparnos porque antes dañaría desde las divisas al comercio, desde el transporte a la industria. El turismo, aunque afectado, no será una gran víctima. Y eso si llegara a haber una salida de Europa por la brava.


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