Prácticamente ninguna aerolínea ha sido capaz de hacer milagros con la crisis del coronavirus. Menos una. Ya en su momento en Preferente les contamos que lo de Volotea era un fenómeno que se ha confirmado al acabar el año: un porcentaje de ocupación de los aviones a lo largo de todo el año fue del 90,7 por ciento. Increíble.
Obviamente, también para Volotea hubo crisis, pero tener un nivel de actividad del 83 por ciento respecto del año anterior roza lo milagroso.
El primer secreto es que el gran problema, incluso hoy, en los vuelos, fue cruzar fronteras. No sólo las continentales, sino dentro de Europa. Volotea, ante la crisis, se lanzó rápidamente a potenciar las rutas interiores españolas –tiene muy pocas--, las francesas y las italianas. Un 86 por ciento de las rutas operadas el año pasado eran nacionales. Las internacionales, en parte, quedaron fuera de servicio. Por eso sólo suprimió el 9 por ciento de sus rutas.
Naturalmente, sin competencia en los aeropuertos, mejoró su puntualidad –que no estaba a niveles envidiables, por la intensidad de las rotaciones.
En el tercer trimestre, que incluye el verano, el nivel de actividad de Volotea fue ligeramente peor que en un año normal, con 290 rutas.
En el año, gracias a esa flexibilidad, más fácil de conseguir en su caso, llegó a los 3,8 millones de pasajeros.
“Estamos muy satisfechos con los resultados del año pasado, especialmente teniendo en cuenta el contexto. La flexibilidad demostrada por Volotea, adaptando en tiempo récord su programa de vuelos a rutas principalmente domésticas, ha sido clave. Estos resultados, añadidos al préstamo sindicado de 150 millones de euros firmado este verano, nos permiten afrontar este año 2021 con una posición muy sólida y estar preparados para ofrecer nuestro mejor servicio, tan pronto como se recupere el tráfico de ocio de corta distancia esta primavera / verano, a medida que progrese la vacunación en nuestros mercados” indica Carlos Muñoz, fundador y CEO de Volotea.
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