Por qué los aviones apenas llevan unas pocas vacunas

Si usted ha estado al tanto del negocio de la aviación, hoy sacudido por el coronavirus, habrá oído a muchos decir que las vacunas serían un alivio. No un alivio sólo para los viajeros, sino que muchas aerolíneas soñaban con que el transporte de las vacunas iban a ayudarlas a sobrevivir. 

Sin embargo, es posible que usted se haya sorprendido de ver lo poco que abultan los paquetes de vacunas, al menos los de las vacunas Pfizer, que son las más frecuentes actualmente. Así que habrá pensado que en unos pocos vuelos, todo arreglado. Pero no. Los aviones han de viajar con muy pocas vacunas a bordo, por un problema técnico derivado del frío.

Estas vacunas se tienen que transportar con grandes cantidades de hielo seco para mantener la vacuna a la temperatura de -94 grados Fahrenheit que se requiere (70 bajo cero centígrados). Cada una de estas cajas que se ven en las fotografías, está empaquetada con al menos 20 kilogramos de hielo seco para mantener la vacuna a la temperatura requerida.

Pero el hielo seco es problemático porque existe el riesgo de que se convierta en dióxido de carbono, lo cual podría incapacitar a la tripulación. Es por eso que el hielo seco se considera un objeto peligroso en la aviación y su transporte aéreo está seriamente limitado. Pero las aerolíneas han recurrido a los reguladores y fabricantes para obtener límites de hielo seco revisados ​​para llevar tanta vacuna como sea posible.

No obstante, olvídense de un avión a plena carga con estas vacunas –las de Pfizer-- porque superarían con creces los límites máximos de hielo seco que podría permitir cualquier regulador. United Airlines, por ejemplo, recibió permiso de la Administración Federal de Aviación para volar hasta cinco veces más vacunas de lo que normalmente se hubiera permitido, lo cual no es demasiado pero, obviamente, mejora la operatividad. 

Las limitaciones de hielo seco también son la razón por la que este Boeing 747 de Singapore, el primero que viajó a Extremo Oriente, no se llenara hasta el borde con la vacuna, ya que las regulaciones no lo permiten.

Singapur ha sido el primer país asiático en recibir la vacuna Pfizer. El envío partió de Bruselas el 20 de diciembre y llegó a Singapur casi 16 horas después tras una rápida parada de combustible en Sharjah, Emiratos Árabes Unidos. No se perdió tiempo ya que el envío recibió un tratamiento prioritario en ambos extremos. 

Singapore Airlines había realizado un ensayo en la ruta Bruselas-Singapur para garantizar un vuelo sin problemas, pero también para controlar el hielo seco a bordo. 

Es probable que se requieran varios vuelos para inocular a todo Singapur, pese a que sólo tiene apenas cinco millones de habitantes (se requieren dos dosis por persona). Una vez en Singapur, la vacuna se trasladó de inmediato a una instalación de almacenamiento en frío para esperar su transporte a los hospitales y centros de inoculación del país.