Por fin, las aerolíneas baten récords en puntualidad

Cuesta mucho encontrar algo positivo en esta crisis del coronavirus, pero una de esas ventajas es la puntualidad. Con la ausencia de aviones –hoy, en Europa, la media de operaciones ronda el 35 por ciento de la operación de un año normal– los controladores pueden dirigir a los aparatos por rutas más directas, evitando círculos en el aire, con lo que hoy la gran mayoría de los vuelos está llegando a su destino antes de la hora señalada y con un ahorro importante en el consumo de combustible –y, para los ecologistas, con una reducción de la contaminación.

En el conjunto de los vuelos entre las islas Británicas y Europa, el ahorro en espacio volado es de unas 30 mil millas al día. En un vuelo interior entre Edimburgo y Gatwick, en Londres, el trayecto actual es unas 34 millas más corto, lo que supone 304 kilos menos de combustible, el 12 por ciento del total.

No siempre es posible ahorros tan importantes, pero casi siempre es posible mejorar la situación. Por ejemplo, en un vuelo entre Londres Heathrow y Frankfurt, se puede reducir hoy 30 millas, en un salto entre Dublín y Bruselas hasta 80 millas menos.

En realidad, toda esta situación está llevando a muchas organizaciones de control aéreo a plantearse la necesidad de revisar las rutas aéreas, que evidentemente están anticuadas y obedecen a situaciones en las que la tecnología era menos potente que hoy.

Para este verano, las autoridades europeas preveían que el 30 por ciento de los vuelos tendrían retrasos de unos 30 minutos, cosa que evidentemente no ha ocurrido. Pero más preocupante, esto supone un aumento de las emisiones que se calcula en un 20 por ciento.

Ahora, Eurocontrol probablemente profundice en las lecciones de este verano para intentar redibujar el mapa, reconstruyendo los trayectos.