Los Hidalgo, sólo a las maduras

Richard Branson es el propietario del grupo Virgin. Virgin en realidad es una marca que el multimillonario usa en diferentes productos y, en ocasiones, vende para que otros la empleen. En el caso de Virgin Atlantic, la aerolínea con base en Londres, Branson tiene el 51 por ciento (el resto es de Delta); en el caso de Virgin Australia, en cambio, tenía una participación irrelevante.

Cuando Branson vio que su imperio aeronáutico se caía, acudió al gobierno a pedir ayudas. El chancellor, Rishi Sunak, le contestó que se rasque el bolsillo y que si no le basta, que después fuera a pedir. Sunak y toda la opinión pública británica saben que Branson es un multimillonario que tiene su domicilio fiscal en una isla de su propiedad en el Caribe, la cual obviamente es un paraíso fiscal. Sunak lo que le vino a decir es que cuando las cosas van bien, los propietarios de las compañías se llevan los dividendos a casa, como toca. Pero, cuando van mal, deberían rascarse el bolsillo y aportar, porque para eso son los propietarios. No sólo los humildes dueños de un bar o de una panadería deben poner de su patrimonio para salvar el negocio, también deberían hacerlo los grandes.

Al final, Branson consiguió 1.200 millones de libras (un diez por ciento más en euros) como resultado de ingeniosas operaciones financieras, sin que el Gobierno pusiera ni un penique.

En España, los Hidalgo podrían representar una situación similar. La aerolínea está en la quiebra –no por su culpa, naturalmente– y han ido a pedir ayudas estatales. Está bien, como vemos, es lo primero que se les ocurre a los propietarios de las aerolíneas y, supongo, de cualquier otro negocio.

Hasta ahí, hay un gran paralelismo con la historia de Branson. Pero, en cambio, la diferencia es la respuesta del Gobierno británico y del español. Aquí, al parecer, hay disposición a poner dinero; allí le dijeron que el accionista se rascara el bolsillo.

Un periódico publicó esta semana datos fundamentales para entender el caso Air Europa: los Hidalgo se llevaron dividendos por varias decenas de millones de euros apenas en febrero. Están en su derecho, por supuesto. Pero, en cambio, no es muy coherente que en abril le pidan al gobierno ayuda, sin aportar antes esos mismos dividendos que se habían llevado.

No es admisible porque evidentemente al igual que cuando se gana el propietario se lleva los beneficios, es impresentable que cuando se pierde, el empresario no aporte, no asuma su papel. Es habitual que el empresario no disponga de liquidez, pero en este caso había pasado tan poco tiempo que no les ha dado tiempo de invertir, por lo que no estaría de más que el Gobierno ayude, pero después de que los Hidalgo pongan su cuota parte.

Es justo, es razonable y es ético.