De nuevo, el virus nos gana

Entre este jueves y viernes, las autoridades de varios países desarrollados volvieron a hacer un ejercicio inútil para persuadir a sus ciudadanos de que son capaces de controlar la expansión de las variantes del virus. Por supuesto, no lo son (La variante del virus se llama “Nu”).

No lo son porque no tienen capacidad para analizar la composición genómica de todos los positivos de Covid. Sólo Dinamarca puede. Gran Bretaña e Israel, que no comprueban cada uno de los casos, disponen también de una capacidad brutal de detección. Sudáfrica, por su parte, también está bastante bien. De hecho ha identificado mucha información sobre esta variante, la más grande que ha tenido el virus original, si es que aún nos acordamos de cómo era.

Sin embargo, en este caso la variante Nu está ya fuera de control. Ayer, un individuo procedente de Malawi, un país que no está entre los vetados en los países ricos, fue localizado en Bélgica contagiado con la nueva variante. ¿Desde cuándo está? ¿Con quién se ha visto? ¿Qué contactos había tenido en Malawi, país que no es precisamente un probable ejemplo de control de contagios?

Si todo lo anterior no nos convence de que esto es imparable, siempre nos queda España que ha bloqueado los vuelos desde estos países... ¡desde el martes que viene!, como si el virus nos fuera a esperar en el aeropuerto hasta que estemos preparados (España suspenderá vuelos con Sudáfrica y Botsuana desde el martes).

Una mutación de virus importa por tres cuestiones que hay que comprobar y para las que las respuestas no estarán hasta dentro de unas semanas. No olvidemos que mutación no siempre significa más contagios ni más letalidad. Recuerden la variante Mu, de Colombia, que pasó sin pena ni gloria. Los tres asuntos preocupantes son:

Primero, su trasmisibilidad. Aunque no podemos afirmar que sea más contagioso si sabemos que hay un aumento de casos de Covid en la región donde apareció, cerca de Johanesburgo. No se sabe si eso se debe a algún evento que lo explique o a que el virus es más expansivo.

Segundo, su letalidad. No hay datos pero algunos científicos consideran que lo lógico es que cada mutación sea menos virulenta en este sentido que las anteriores. Pero no hay evidencias y bien podría ocurrir lo opuesto.

Y, tercero, su sensibilidad ante las vacunas. Cincuenta modificaciones genéticas son muchas y eso podría reducir la efectividad de las vacunas. Pero, de nuevo, habrá que esperar para poder tener evidencias.

Mientras tanto, el pánico se apoderó ayer de las bolsas, provocando el hundimiento del sector del transporte y del turismo. Francamente, es imposible vivir en esta montaña rusa cuyos mandos no controla nadie. Algunas aerolíneas llegaron a perder ayer casi un dieciocho por ciento de su valor, lo que nos da una idea de la gravedad de todo esto.

Si nuestras autoridades europeas no fueron capaces de evitar que la mutación Alfa saliera de las Islas Británicas y se instalara hasta en el último rincón del mundo, si no pudimos hacer nada para que la variante india Delta la reemplazara, ¿qué van a poder hacer con la variante Nu, si esta se revelara realmente más expansiva que las anteriores?