Berlín vota mantener abierto Tegel para vuelos de ejecutivos

Desde hace al menos dos semanas los berlineses no paran de hablar de su aeropuerto. ¿Del de Brandeburgo, que se suponía que debía haberse inaugurado en 2011 y que a día de hoy continua sin estar acabado para que los viajeros puedan empezar a utilizarlo? No. Del viejo. De Tegel. No, el aeropuerto que concentra hoy la atención de los berlineses es el de siempre, Tegel, que fue inaugurado en 1974 y cuyo cierre era inminente. ¿Por qué Tegel está volviendo locos a los alemanes de Berlín?

Porque lejos de cerrarlo, como estaba inicialmente previsto, ahora se ha propuesto mantenerlo abierto para que los ejecutivos de las empresas vuelen a él. Un London City, más o menos, pero aún más sofisticado, porque los taxis dejarían a los pasajeros en las propias puertas de salida, dado que el diseño original del aeropuerto lo aconseja. Una terminal retro –porque siendo de 1974, su estilo está bastante desfasado–, para gente bien, en el centro de la ciudad. O sino en el centro, en una zona intensamente habitada.

¡Cómo tamaña iniciativa no iba a revolucionar Berlín! Tanto que ayer, además de elegir a Angela Merkel y de dar entrada en el Bundestag a los liberales y a la ultraderecha, los berlineses votaron si mantener abierto el aeropuerto, ahora para los ricos, o cerrarlo. Y ganaron los primeros. Tegel seguirá abierto.

Tegel divide la ciudad en dos. Pero no sólo físicamente, sino también porque aunque ganaron los que querían mantenerlo abierto, la tensión probablemente se mantenga en el futuro. Como se imaginan, los Verdes y el resto de la izquierda, estaban en contra de mantener el aeropuerto para los empresarios acomodados, pero la derecha está a favor. Mientras los primeros pensaban en hacer casas baratas, los segundos quieren potenciar la economía con este modelo de accesibilidad fácil para el empresariado.

O sea que eso tenemos: Tegel no cierra, pese a que tenía varias sentencias de muerte, nunca ejecutadas.