La familia más rica del mundo sí ve al Turismo como el futuro en contraste con España

La dinastía Al Saud, al frente de la dictadura absolutista de Arabia Saudí, es con muy amplia diferencia la mayor fortuna mundial por encima de los Walton, los Koch, los Mars, los Arnault, los Rothschild, Bill Gates, Elon Musk o incluso Amancio Ortega. Durante décadas se han enriquecido gracias el petróleo, pero ahora están invirtiendo en el Turismo como nadie en la historia, al verla como la industria del futuro, en contraste con España, cuyos gobernantes no dejan de decir que quieren reducir su peso en la economía (Arabia anuncia obras para “el mayor aeropuerto del mundo”).

El proyecto de los sauditas para crear una enorme industria desde casi desde cero carece de precedentes en cuanto a su ambición. Abarca a iniciativas hoteleras de un novedoso lujo sin comparación, así como el arranque de nuevas aerolíneas con hasta 80 aviones de última generación solo de doble pasillo a fin de asentar un enorme hub en el país.

Riyadh Air, que como ha revelado Preferente comprará unos 80 Boeing 787 Dreamliner, se sumará al deseo de potenciar a Saudia como aerolínea para vuelos en conexión, y competir así con las Emirates, Turkish, Qatar o Etihad, e incluso con Air India, del mismo modo que Marriott, Hilton o Intercontinental vienen descubriendo sus grandes planes para la monarquía árabe (Riyadh Air comprará unos 80 Boeing 787 Dreamliner).

Las elevadas ambiciones de los sauditas, con la meta de recibir cien millones de turistas en solo siete años y tener para entonces hasta 500.000 habitaciones, parecen desorbitadas. No obstante, para los expertos, el hecho de haberse puesto un listón tan alto les permitirá una gran aceleración a la hora de ejecutar sus planes, después de su batalla perdida para haber quitado a España la sede de la OMT.

La familia real se está planteando en unos meses permitir el alcohol al menos en ciertos puntos a fin de atraer a más viajeros, según vienen revelando en privado a varios ejecutivos turísticos. Además, la enorme inversión en futbolistas como Cristiano Ronaldo les ha dado una inusitada proyección mundial, unido a su apuesta como gran patrocinador de la Fórmula 1 y del Aston Martin de Fernando Alonso con Aramco.

El gran reto que afronta el país para convertir sus ideas en realidad es el de la formación de trabajadores y también de directivos, para lo cual ya están pescando en la mayor cantera mundial del gremio como es España, con ofertas que triplican los salarios, y además sin tanto ejecutivo maduro por encima, y por tanto menos experto para pedir explicaciones.

La ofensiva saudita por el Turismo cuenta con el activo asimismo de que al menos inicialmente pueden permitirse que sus negocios importe poco la cuenta de resultados con tal de posicionar rápido al país como destino turístico de primer orden, fijándose tanto en europeos como en asiáticos.

En España, pese a ser la cuna mundial de la industria vacacional, los gobernantes encadenan años estigmatizando al sector, y diciendo que el objetivo es reducir su peso en la economía. Y ello, pese a que en general en el mundo se ve como una industria de gran futuro, y en especial para el país, con enormes ventajas competitivas para sustentar aún más su prosperidad en esta industria, en lugar de otras donde otros territorios disfrutan de mayores fortalezas intrínsecas.

El desdén político por el Turismo en España no solo se aprecia en la falta de un ministerio en exclusiva, sino hasta que la actual titular del departamento compartido con Industria y Comercio lo ha usado sin pudor como plataforma para su proyecto personal como candidata a la alcaldía de Madrid. Y ello, después de que el sector haya lamentado ser el que menos ayudas recibió durante la pandemia comparado con el resto de potencias europeas, y de que haya sido marginado de un Perte de fondos comunitarios a diferencia de otros once subsectores menores.

Además, la gran preocupación del sector viene del descenso de matriculados en las facultades de Turismo, tras años de regar con dinero público a obras culturales que estigmatizan a la industria, exaltando solo sus defectos, que tuvo como colofón el célebre apelativo gubernamental de "estacional, precaria y de bajo valor añadido". De este modo se ha venido culminando un proceso de creciente turismofobia social que tuvo un claro descontrol desde 2015 con la permisividad para disparar la oferta de alquileres turísticos, perjudicando la convivencia vecinal y encareciendo agudamente la vivienda.