El monocultivo canario, anquilosado

Canarias lleva más de seis siglos inserta en el corazón de los españoles más allá de lecturas e interpretaciones históricas revisionistas tan de moda últimamente en este país. Sus islas están lejos de la Península, quizá demasiado, pero si ello nunca fue óbice mucho menos lo va a ser precisamente ahora en los tiempos de la divulgación y extensión del transporte aéreo.

Sentada la premisa anterior tengo que escribir y escribo que las Islas Canarias son un puntal esencial dentro del conglomerado turístico español. Es el segundo destino español preferido por los mercados europeos –fundamentalmente alemán- y uno de los clásicos del mercado nacional desde aquel legendario “Tenerife tiene, seguro de sol”.

He intentado estos días hacer una aproximación objetiva al fenómeno turístico en Canarias al día de hoy. Desde el afecto que siempre tuve a las “islas afortunadas”. Las Islas fueron pioneras en la que continúa siendo la primera industria nacional. Han pasado sesenta años desde la primera explosión en el fenómeno turístico; seis décadas que pasan factura como en todos los aspectos de la vida cuando el tiempo esculpe su huella. Canarias tiene unas condiciones extraordinarias para continuar siendo uno de los destinos preferidos por parte de los europeos, especialmente del norte y centro, en base a un clima envidiable –salvo cuando estalla la naturaleza con todo su furor-, unos paisajes bellísimos y unos anfitriones (los canarios) que tienen cumplida y merecida fama de hospitalarios y buena gente. Cuenta con infraestructuras –aeropuertos, puertos, etc…-de primera magnitud (este año 2018 dispondrán de 800 millones extras de inversión estatal) y empresarios de nombres y apellidos señeros en esta industria.

Sin embargo, creo que un vistazo somero a la piel turística canaria permite afirmar con cierta justeza que hay mucho de obsoleto, especialmente en los recintos hoteleros que todavía perviven. Es cierto que los precios son mucho más asequibles que en otros destinos españoles pero uno tiene la sensación de que Canarias  tendría que realizar un ejercicio urgente de “aggiornamiento” que pusiera al día su esqueleto receptivo básico. El resto de las condiciones inigualables para el ejercicio turístico siguen en activo y en ejercicio. No hay que olvidar que Canarias o es turística o sencillamente no es nada. Conozco empresarios de gran fuerza como el gallego José Rouco (Grupo Compostelana) que lleva casi 40 años instalados en las Islas y sé de su fuerza para continuar levantando imperios.  Pero hay que ser conscientes del paso del tiempo. Y de la aparición de nuevos competidores que tienen que servir también para poner en hora el reloj que alumbra tiempos de enormes cambios.

EL IMSERSO IBEROAMÉRICANO.

Este periódico ha abierto una encuesta entre sus lectores acerca de si estiman o no que la idea de Juan José Hidalgo de extender el Imserso a países iberoamericanos tendrá éxito o será un mero brindis al sol. Yo quiero opinar abiertamente. Me parece una idea extraordinaria y perfectamente capaz de llevarse a cabo.

¿Por qué no va a ser posible llevar a nuestros mayores a un mundo latinoamericano que le es tan propio desde el punto de vista cultural, idiomático y cercano pese a la distancias? Sólo es cuestión de unas cuantas horas más de vuelo.

Innovar en España siempre ha sido un calvario. Ya lo dijo el clásico: “Que invente otros…” Creo sinceramente que es una idea que terminará por sustanciarse. Entre otras cosas porque los responsables institucionales han acogido el proyecto con entusiasmo, que ya es decir.

Si en lugar de ser Hidalgo Acera la persona que ha propuesto extender con razones objetivas el Programa Imserso hubiera sido otro líder menos controvertido dentro de la comunidad empresarial y profesional turística estoy seguro que los mismos que lo denigran estarían batiendo sonoras palmas.

Son las cosas de construir el discurso en base a argumentos “ad hominem”.

Pudiera parecer desgraciadamente que las sucesivas generaciones españolas no cambian.