Pullmantur no es Orizonia, pero tiene similitudes

¿Hay paralelismos entre los males de Pullmantur con los de Orizonia? Sí que los hay, bastantes, desde sus ventas originarias a grupos foráneos a la gestión nada edificante de sus respectivos cabezas visibles, pasando por la ingrata problemática laboral generada por ambos conglomerados de empresas.

Pero la situación no es la misma, sobre todo la financiera: Pullmantur no está entrampada hasta el cuello como lo estaba Orizonia, los pagos a proveedores se llevan a cabo regularmente y la venta de activos -la compañía aérea, el touroperador y la minorista- está a punto de cerrarse.

Pullmantur fue vendida por los Geos a Royal Caribbean en una operación muy similar a la que hizo el Grupo Viajes Iberia con el fondo de inversión Carlyle, y las dos se concretaron más o menos en el mismo tiempo y por unas cantidades también más o menos parecidas de cientos de millones.

Los compradores de los dos grupos, Royal Caribbean y Carlyle, coincidieron también a la hora de contratar a los responsables de los grupos adquiridos: personas sin mano izquierda, cargos que en momentos críticos pusieron a prueba sus capacidades. El primero fichó a un neófito y el segundo a un inestable.

Los procesos de venta de ambos grupos han sido parecidos: se han dilatado demasiado en el tiempo, uno por falta de criterio y otro por cuestiones personales y paranoicas, consiguiendo que sus marcas se fueran devaluando y generando, lo que es más grave, grandes inquietudes laborales.

En Pullmantur, el presidente Gonzalo Chico le puso a Rothschild, como banco de inversión de la venta, una condición: que no se lo ofreciera ni a Globalia ni a Barceló. Veto que se vio obligado a retirar una vez que fue desvelado por este digital. Algo parecido sucedió con Orizonia.

¿Por qué este impedimento a dos potenciales compradores? Gonzalo Chico sabrá por qué pero nadie lo entiende. Luego se vería en la tesitura de escuchar, sin estar prevista, la propuesta de Iberostar a través del intermediario Parra, que fue el que vendió GVI a Carlyle, y ante la sorpresa de Rothschild.

En Orizonia también hubo sus vetos, si no oficiales, sí velados y burdos. Y cuando todo estaba preparado para que se lo quedara Barceló, el colega de Chico en el conglomerado de empresas del Parc Bit, José Duato, tumbó la operación y recurrió a su ex presidente Juan José Hidalgo. Dos calcos de ejecutivos.

Por parecerse, hasta en los buenos cargos directivos han existido similitudes entre Orizonia y Pullmantur: el primer grupo tuvo a gente de la valía de Enric Riera, Juan Ignacio Saiz, Eduardo Zamorano, José Segura, etc, y el segundo cuenta con un profesional serio, caballero de los pies a la cabeza y tan callado como eficaz, Enrique Bretos, director de la aerolínea.

Hasta aquí el paralelismo entre dos grupos venidos a menos, que no es poco. Pero la situación de Pullmantur no es la de Orizonia: ni tiene una carga financiera asfixiante, ni sus deudas con proveedores es elevada y encima está a punto de vender la compañía aérea, el touroperador y la deficitaria red minorista.

Chico y Duato: dos hombres, dos cargos, no han sabido gestionar nada bien los problemas de sus grupos cuando tuvieron oportunidades de hacerlo sin problemas. Esta deficiencia profesional, acrecentada por un entorno de bufones tan serviles como ineficaces, ha traído este mal resultado.