Optimismo en Globalia con la histórica elección de Javier Hidalgo como CEO

El ánimo en Globalia ha dado un vuelco con la histórica decisión del presidente Juan José Hidalgo de decantarse por su hijo Javier para cederle todo el poder ejecutivo. Cierto desaliento llevaba un par de años instalado en el grupo tras la salida de alguno de sus referentes, ya que los recambios nunca dieron la talla. En los últimos meses, además, esta sensación de apatía y desgobierno había aumentado.

El personal del conglomerado necesitaba algo a lo que agarrarse para mirar al futuro con optimismo. En estos años recientes se había perdido el liderazgo que siempre había caracterizado a su emisor. Por momentos parecía que el grupo caminaba sin rumbo, con la única salvedad de Air Europa, gracias a lo encima que estaba su propietario y a un ejecutivo de oro como Richard Clark.

La motivación también se vio muy lastrada por asuntos como la crisis económica; la situación financiera del grupo; los conflictos laborales en Air Europa; un ERE en la red de agencias; el aislamiento del Sector por la fallida compra de Orizonia; el dinero retenido en Venezuela, o una espectacular investigación por el descuento de residentes. 

A ello se le unía un proceso de venta abierto en el que unas veces parecía todo atado con un ruso; otras veces se hablaba de salir a Bolsa, y por la tarde se estaba a la espera de que los chinos adelantasen una señal, mientras uno de los hijos vendía sus acciones; el presidente quitaba por carta las facultades ejecutivas a sus vástagos, y la salud daba un susto a la persona en torno a la que gira todo en ese grupo.

Por todo eso, la designación de un líder era requerida como agua de mayo. Un directivo de primera, como lo había en los tiempos de Herminio Gil o de Fernando García Rascón, que fueron los años dorados de Globalia. Unos años en los que el equipo trabajaba motivado y con liderazgos claros, hasta que todo se truncó con la toma del poder de las hijas y sus amigos.

Hidalgo padre, desde más o menos su última operación, llevaba de modo intermitente buscando un CEO que pusiera orden en el grupo, pero era difícil que cualquier directivo de fuera aceptara meterse en una empresa tan particular, donde el primer ejecutivo muchas veces recibe el encargo de hacer de mensajero entre el padre y sus descendientes. ¿A quién contentar, al que manda o a sus herederas?

El heredero natural se había desvinculado del grupo vendiendo sus acciones para centrarse exitosamente en otros negocios como Pepephone. Solo Javier era visto como alguien competente, inteligente y con liderazgo suficiente para capitanear el primer conglomerado turístico de España. Se minimizaba su cierta inconstancia, fruto de su portentosa capacidad de disfrutar los placeres de la vida.

Tener una agencia de modelos, ser íntimo de las estrellas futbolísticas, del rock o de Hollywood, o el rey de la noche madrileña o ibicenca, no han minado su imagen de ejecutivo sobradamente preparado para tomar las riendas de un gigante como lo es Globalia. Mayor estabilidad en su vida personal, y la falta de ocupaciones laborales tras la venta de Pepephone, han contribuido a que Javier haya decidido dar el paso para capitanear la empresa de su padre.

Y la profundidad de esta designación, a diferencia de los calentones de otras veces, puede apreciarse en que, además de que el patriarca ya da síntomas de agotamiento físico por sus 75 años, se ha nombrado a un director general de la entera confianza de Javier como es Pedro Serrahima, quien llevando el día a día del grupo podrá compensar las posibles inconstancias del CEO, brillante a la hora de la verdad.

La sensación que transmiten estos dos nombramientos es que son un plan de futuro para Globalia. Hidalgo padre, que ha sido un trabajador como pocos pero que también ha sabido disfrutar la vida, llevaba unos meses más alejado del día a día y de sus obligaciones laborales, e incluso se le ha visto en locales de la Castellana con -¡quién lo iba a decir!- ex jefes de Iberia, provocando un cierto desgobierno que se había aprovechado en la cúpula para ceñirse a cumplir mínimos.

En las últimas horas en Llucmajor se ha escuchado que “ahora sí que toca ponerse a currar”. Hidalgo padre llevaba días diciendo en privado que el tema de los residentes ya estaba arreglado -aunque pagando otro pellizco más-. Así, el otoño arranca para Globalia con el horizonte algo más despejado: las causas judiciales supuestamente resueltas, el presidente pudiendo ir trabajando menos, y un líder definido, joven y capaz.