El próximo 30 de mayo se inician en Gran Bretaña las vacaciones escolares previas al final del curso. Los niños aún han de retornar, pero son ya las primeras vacaciones que tienen lugar con los viajes al Mediterráneo totalmente normalizados. Los precios que los sistemas informáticos de las aerolíneas están registrando muestran los niveles absolutamente desproporcionados que tiene la demanda.
A Mallorca y a Faro hay algunos vuelos en los que el precio de un billete en una compañía aérea low cost es de más de 600 libras esterlinas, unos 700 euros. Los billetes no bajan de las 250 libras ni en los vuelos más inconvenientes. La media de los precios a ciudades como Alicante, Mallorca, Ibiza o Málaga es de 400 libras, casi 500 euros. Pese a que estamos todavía a dos meses de estas vacaciones, los precios ya están descontrolados.
Por ejemplo, mil euros fue el precio máximo que se cobraba a los aficionados del Liverpool que viajaban a Madrid para la final de la Champions de Europa contra el Tottenham, en junio de 2019. El acontecimiento era absolutamente excepcional, la demanda dispuesta a rascarse el bolsillo, y las aerolíneas cobraron en consecuencia.
Los precios del alojamiento turístico, de la misma forma, han subido a niveles superiores ligeramente a lo que era habitual antes de la pandemia. Los especialistas del sector notan una clara necesidad de viajes entre los clientes, indiferentes, por ejemplo, a los encarecimientos de los productos y a los efectos de la guerra de Ucrania.
Perfecto, hay que cambiar de país emisor.