El país del Mediterráneo donde no hay turistas

Tiene historia. Tiene gastronomía. Tiene cultura propia. Tiene el fantástico clima del Mediterráneo. Está en paz. No hay robos. La seguridad es aceptable. Sus pueblos y ciudades están a rebosar de vida. Apenas está a hora y media de España, Francia, Italia, Alemania o Suiza. Pero no tiene turismo. ¿Por qué Argelia no sale de su ostracismo turístico?

En 2019, antes de la pandemia, mientras su vecino del este, Túnez, o el del oeste, Marruecos, llegaban a los 13 millones de visitantes. Argelia seguía, casi como hoy, en los dos millones que significa nada para un país como ese. Y de los dos millones, la gran mayoría son argelinos emigrantes que al volver ya son considerados extranjeros, fundamentalmente franceses. El turismo supone apenas el 0,1 por ciento de su economía, muy lejos de casi todos sus vecinos.

A pesar de su proximidad a Europa y su vasta presencia en la costa norte de África, aproximadamente del tamaño de Alaska y Texas juntos, Argelia y muchas de sus vistas más espectaculares son poco conocidas por los viajeros fuera de sus fronteras. “Argelia es uno de los lugares del mundo más difíciles de ingresar y uno de los menos visitados”, dice a National Geographic, Andrew Farrand, investigador del Atlantic Council, un grupo de expertos en asuntos exteriores.

Sin embargo, Argelia es un destino fabuloso por su belleza. Y es un destino seguro y relativamente estable. La mayoría de los gobiernos extranjeros solo desaconsejan viajar a sus fronteras con Libia y Níger, pero no a Argelia.

En los noventa, Marruecos y Túnez ampliaron su turismo, pero entonces Argelia se vio sumida en una guerra civil con los islamistas. El resultado de esos años es que hoy los argelinos son indiferentes al turismo. Pedir una visa para entrar al país es muy complicado; no hay promoción y apenas hay guías.

El gobierno, centrado en el petróleo y el gas (veinte por ciento de su riqueza) ignora completamente al turismo. Y tras el aumento de precios derivado de la guerra de Ucrania, más.

Argelia es aún un destino turístico en el que se puede pasear sin ver a otro turista, desde las montañas a la costa.