Hoteleros en el submundo del fútbol

Ahora que el fútbol cobra mucha actualidad por el asunto del Barçagate, cabe recordar que importantes hoteleros y empresarios turísticos han estado involucrados de forma activa en el llamado deporte rey. Algunos de ellos, los menos, participaron de buena fe, llevados por el sentimiento y la pasión por los clubes que amaron y con los que se sentían identificados desde la niñez, y otros, los más, por el hecho de medrar o por pura egolatría.

El fútbol, salvo excepciones, siempre ha sido un submundo, una plataforma utilizada por mucha gente para proyectarse socialmente y una manera de ganar dinero de forma opaca a través de traspasos, fichajes y otras corruptelas como las que ahora están saliendo a luz con los presidentes pasados y presente del Barça y el exárbitro Enríquez Negreira, todos unos impresentables que están dañando a un club y al deporte en general.

Entre los presidentes abyectos inmersos en el caso Negreira figura el que hace cuatro décadas estaba considerado como el segundo hotelero de España, Juan Gaspart. El dueño de Husa ya participaba en lo que hoy es conocido como Barcagate cuando era vicepresidente del equipo culé con Jose Luis Nuñez como mandamás. Gaspart ejerció de alto cargo del Barcelona de forma tan poco edificante como lo hizo como dueño de la hotelera, hoy desahuciada. Además, llevó al barcelonismo a unas cotas de fanatismo exacerbadas.

Otro empresario turístico implicado en el mundo del fútbol que pasó por este deporte con más sombras que luces fue Juan Jose Hidalgo. El presidente del Salamanca acabó siendo repudiado por la afición charra y por los medios informativos de su ciudad cuando estuvo al frente de la entidad. Hidalgo, como buen tratante, vendía y compraba jugadores en un mercado donde todos sacaban tajada. Célebre es su intervención en la venta del futbolista Makukula. Fue muy amigo del árbitro Ramos Marcos.

Hidalgo estuvo muy ligado al polémico expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar. El mismo día que Villar dejo el cargo por graves denuncias de la fiscalía (el caso denominado “villarato” y que aún está pendiente de resolución por las autoridades judiciales), el dueño de Globalia almorzó con el cesado y con José María García en un conocido restaurante de la carretera de La Coruña, sin esconderse. Hoy Hidalgo mantiene una muy buena relación con el actual presidente de la RFEF, Rubiales.

Gerardo Diaz y Gonzalo Pascual, dueños del extinto Grupo Marsans, y grandes competidores de Juan José Hidalgo cuando este estaba al frente del Salamanca (competidores y enemigos acérrimos) también hicieron sus pinitos en el mundo del fútbol, pero de manera muy tangencial. Una de las empresas del grupo, la aerolínea Spanair, fue espónsor del Mallorca durante años y en el club figuró como directivo un alto cargo de la hotelera Hotetur, Francisco Gimena.

Precisamente el sucesor de los Geos en Hotetur, Jamal Iglesias, fue durante años socio del grupo árabe que compró el Málaga. La cadena heredera de Hotetur, Blue Bay, fue patrocinador del equipo malacitano. Iglesias y Blue Bay acabaron enfrentados muy seriamente con los árabes que compraron el Málaga. Este equipo tuvo de presidente años antes a un polémico empresario que terminó de hotelero en Cuba, Fernando Puche, y cuyos hoteles están hoy bajo la marca Roc.

Pero no todos los presidentes y dirigentes de clubes de fútbol provenientes del sector turístico han sido personas controvertidas y de dudosa ética. Por ejemplo, una leyenda del turismo internacional, Gabriel Barceló, quien a sus 95 años mantiene una lucidez espléndida, salvó al Mallorca de una situación económica muy delicada. El creador del Grupo Barceló colocó a su socio en la Policlínica Miramar Miguel Dalmau al frente del equipo tras apechugar con una deuda elevada.

En otra época convulsa del Mallorca, el hotelero Jaime Cladera y ex consejero de Turismo de Baleares llevó a cabo una meritoria labor como presidente. Serra Ferrer, exentrenador y entonces propietario, puso en la presidencia del club a su amigo Cladera. Un ejecutivo del Grupo Tui, Monti Galmes, director de los hoteles Robinson en España, por otro lado, fue presidente pantalla de un estrambótico empresario alemán, Utz Claasen.

El control del fútbol ha estado y está en manos de gente poco respetable, y el caso de los presidentes del Barcelona y el exárbitro Negreira es un claro exponente, el último por ahora de los grandes escándalos, pero también ha habido empresarios que se han jugado sus cuartos para salvar a los equipos de sus amores. Lamentablemente, son los menos.