La 'diversión' de volar

La edad de oro para volar, la de la década de los sesenta, tan elegantemente retratada por el falso piloto de Pan Am, Leonardo di Caprio, en "Catch Me if You Can", ha sido tristemente reemplazada por el personaje de George Clooney en la película "Up in the Air". Una imagen totalmente más realista (y escueta) de cómo la aviación, tanto para la comunidad empresarial como para los turistas, se ha convertido en un modo de transporte verdaderamente mundano.

La experiencia de volar hoy comienza a menudo mucho antes de que llegue uno al aeropuerto. Los costos ocultos en los vuelos que inicialmente parecen ser una ganga pueden acumularse rápidamente si no se es diligente en la elección. Esos molestos "extras opcionales", como los cargos por los pagos con tarjeta, los costos de facturación del equipaje y los cargos por equipos deportivos, pueden convertir un vuelo inicialmente barato en un servicio bastante más caro.

¿Qué pasa después con el transporte hasta el aeropuerto? Las empresas de taxis saben que usted tiene opciones limitadas y sus tarifas son altas. ¿Está pensando en ir al aeropuerto en su propio coche? Bueno, es mejor que revise primero los precios de estacionamiento en el aeropuerto. Recientemente aparqué durante 7 días en el aeropuerto, con un 50% de descuento, y el coste final fue efectivamente el mismo que la tarifa de regreso de mi billete de avión.

Finalmente llega al aeropuerto y es entonces cuando comienza la verdadera diversión. En primer lugar, está el deleite total y absoluto del procedimiento de check-in. Las largas colas serpenteantes para simplemente dejar tus maletas le hacen sentir como ganado que se alinea para ser sacrificado. Esa alegría luego se multiplica con la larga cola de inmigración y un intercambio (y con frecuencia desagradable) con el personal de la inmigración donde se le hace sentir como un criminal o un terrorista cuando simplemente uno desea ir a trabajar o descansar en una playa. Una triste acusación sobre la sociedad que vivimos en estos días.

Y, como si eso no fuera suficiente, entramos en la zona de la línea de seguridad. Ahora no me malinterpreten, acepto totalmente que es algo que todos tenemos que soportar pero, dicho esto, no hace que la experiencia sea más apetecible. Extraer el portátil, los líquidos y los geles es bastante pesado, pero tener que quitarse la mitad de la ropa es aún más molesto. Y con las nuevas regulaciones más estrictas recientemente impuestas por los EE. UU. y el Reino Unido para ciertos países, ni siquiera podrá llevar a bordo ningún elemento conectado más allá de su teléfono inteligente.

Entonces, por supuesto, siempre hay un necio, o ingenuo que trata de burlar las reglas (como si no se hubieran aclarado lo suficiente durante al menos una década), lo que resulta en otra discusión inútil con el personal de seguridad sobre por qué su botella de 125 ml. de Old Spice 'se debe permitir porque ya la ha usado'.

Si tiene la suerte de no demorarse (y de acuerdo con las últimas cifras, aproximadamente uno de cada cinco vuelos se retrasa), llega a la puerta para enfrentarse a una plaga de hormigas que se empujan para subir a bordo antes que nadie. Algunas aerolíneas intentan operar con un sistema flexible donde las familias jóvenes o las personas discapacitadas van primero, luego los viajeros frecuentes, etc. Y todo eso está bien hasta que los irritables saltadores de colas se cuelan.

Entonces, con los niveles de estrés que ya bordean a Defcon 4, finalmente llega a su asiento y se da cuenta de que no hay espacio en los compartimentos superiores para su maleta y luego debe facturarlo para que vaya en la bodega. Suponiendo que está en turista, entonces tiene que lidiar con el 'principio de la sardina' tanto del ancho del asiento como del ancho del asiento. Cualquiera que sea más alto o más ancho que el promedio sufrirá más que la mayoría. Pero, al final de toda esta historia, es lo que queremos, todos presumimos de haber comprado un billete muy barato, y el espacio o el servicio es lo de menos, pero las caras de tensión se ven en todos los aeropuertos del mundo. Creo que somos como el viejo dicho: "Nunca ví tantos leones dirigidos por corderos"; aunque en las compañías low cost hay pocos corderos y en la infraestructura aeroportuaria hacer sufrir a los pasajeros parece algo divertido.