¿Por qué vienen los turistas a España?

A la espera de que se produzca el parto de los montes que alumbre un nuevo gobierno. Quizá, casi seguro, que cuando este artículo vea la luz digital, Mariano Rajoy haya decidido ya qué persona será la que tenga la responsabilidad de pilotar institucionalmente el asunto de la industria turística en España.

Una vez más, el presidente volvió a sacar el asunto durante el Debate de Investidura y se autocolgó una medalla para reivindicar el éxito turístico y poner blanco sobre negro el principal “input” actual de España como Nación. ¿Por qué vienen, dijo, 80 millones de turistas?, ¿Por qué les obligan?, ¿Por qué no les gusta nuestro país? Sólo recordar al jefe del Gobierno que si esa morterada de personal llega a nuestro país porque lo consideran ideal como lugar de solaz, descanso y divertimento se debe fundamentalmente a la obra empresarial y de emprendimiento que hoteleros, operadores aéreos, minoristas, trabajadores de todo tipo y condición levantan cada mañana. El Sol y la playa se dan por añadidura.

TRANSVERSALIDAD

Escrito lo anterior ya sabremos también si el Turismo como sector dispondrá de Departamento propio a título de inisterio o si, por el contrario, seguirá sumergido en una vasta organización burocrática diluido como hasta ahora.

En las declaraciones que han realizado a preferente.com figuras relevantes como Joan Molas (patronal hotelera) o como Aurelio Vázquez hay coincidencia en una cosa: el Turismo debería depender directamente del presidente del Gobierno. Por dos razones: la primera porque se trata de una actividad transversal que afecta a muchas áreas de responsabilidad institucional y porque llevando ese marchamo de alto rango administrativo y político las decisiones que son perentorias tomar no dormirán en el limbo de los justos.

Estoy completamente de acuerdo. Las propuestas de los profesionales del Turismo no sólo vienen predeterminadas por un área concreta. Llegan turistas para tumbarse a tostarse al Sol  –la mayor parte, sin duda- pero hay otros que buscan el Museo del Prado, los conciertos de Plácido Domingo o los choques balompédicos como un Real Madrid/Barcelona. De modo y manera que la transversalidad existe y debe ser tenida en cuenta. La ventaja es, en efecto, que si las decisiones se toman en la cúpula del poder ejecutivo se plasmarán antes que si provienen de un ministerio donde también se producen otras normas; máxime conociendo la premiosa y letal administración española preñada de funcionarios inoperantes y aún diletantes.

COMISION INTERMINISTERIAL

Un asunto capital para la economía española como el Turismo deberá contar con una Comisión Interministerial presidida por el máximo poder del Gobierno. Esto es, su presidente. Una Comisión que integre todas las áreas susceptibles de suscitar el interés del visitante. Cuento a bote pronto cinco departamentos: Hacienda, Cultura, Infraestructuras, Fomento e Información porque la promoción institucional se ha convertido, tal y como están las cosas, en lo que podríamos llamar un “bien de Estado”. En esa Comisión deberían también tener sillón y voto los agentes más relevantes del Sector cuyos representantes deberían ser cooptados libre y democráticamente entre aquellos que tiran con más fuerza de la cosa. No sólo los grandes sino también los medianos y pequeños que ahora mismo empiezan a chutar en su mini sector de economía productiva.

Una Comisión en la que se diseñara y aprobara la estrategia global y la táctica particular a tenor de la coyuntura y el horizonte lejano. Pero que resulte sustancialmente operativa y práctica, ágil y realista.

Esta es la cuestión mis queridos amigos. Establecido el marco general de juego que luego cada cual haga de su capa un sayo y como dicen en el pueblo del editor de este medio el que más chifle, capador.

Los datos objetivos de la presente campaña son ilusionantes. Pero el camarón que se duerme termina por arrastrarlo la corriente. Y no estamos precisamente para melancolías.