Paradores, catalanismo y Roca Junyent

Paradores de Turismo ha sido uno de esos temas recurrentes en la política española, tanto la general del Estado como la catalana y de otras Comunidades Autónomas. Fue, Paradores, una gran creación en su momento y de alto valor estratégico para la promoción internacional de España durante sus primeras décadas. Luego se convirtió en un goloso caramelo para políticos gobernantes del PP y del PSOE, ansiosos por “plantar” uno, o más, en su zona electoral.

Se han seguido abriendo Paradores en función de quien tenía poder para hacerlo. Aunque alguno como el de Ibiza, se quedó a medio construir, y da pena verlo abandonado en la cima de Dalt Vila de la isla pitiusa. Fue un capricho innecesario de un ibicenco profesional de la política. Y allí ha quedado, sin acabar, como testimonio de las frivolidades de los gobernantes.

El compañero de comentarios Fernando Urrea ha criticado aquí, a raíz de una alusión del también político Puigdemont, el sinsentido actual de Paradores. Pero hay razones legales que impiden o dificultan la privatización, que ya en su día parecía pretender el socialista Gómez Navarro: la posible reclamación sobre derechos de devolución de los monumentos históricos por sus propietarios históricos en algunos casos o de terrenos expropiados en algunos modernos.

El colega Urrea citó a Puigdemont, y yo quiero recordar aquí el ardor con que en su día Miquel Roca Junyent sostenía que “Paradores caería como fruta madura” en manos de la Generalitat. Claro que en aquellos tiempos el entonces político nacionalista y del ala izquierdista del partido CDC de Jordi Pujol no se había convertido en el ahora cotizado abogado constitucionalista al servicio de grandes empresas y bancos del IBEX 35 y de una hermana de Felipe VI.