La derecha más recalcitrante también ataca al turismo (y nadie lo defiende)

La turismofobia ha venido para instalarse. Tan es así que la derecha mediática más recalcitrante también se suma al ataque. La animadversión hacia la primera industria ya no es cosa, pues, de Colau y de la pléyade de antisistemas, de Podemos y de sus cuates. Hasta columnistas de derechas como José Manuel de Prada, en ABC, y José García Domínguez, en Libertad Digital, arremeten contra el segmento económico más vital y el que mas puestos de trabajo genera.

Estos últimos han ido aún más allá que los podemitas, ecologistas y frikis varios en sus artículos y análisis. El premio Planeta ha llegado a escribir, pásmense, que el turismo ha convertido nuestras ciudades "en parques temáticos con olor a orines rancios y orgullosas retambufas"... En su sarta de descalificaciones, van a tan lejos que llegan a decir que esa conversión ha cambiado "a nuestros hijos en 'kellys' y a los camareros en indignamente remunerados".

De Prada coincide con García Domínguez cuando este, en un análisis publicado en la sección Libre Mercado de Libertad Digital, sostiene que el turismo no deja dinero y no aporta al PIB lo que todos siempre habíamos pensado, pues según ambos es " una economía basura". Ni los aberrantes zahúrdas de los Colau habían azuzados tanto con sus diatribas. Con la grey podemita coinciden, sobre todo De Prada, en que "el capitalismo ha realizado su sueño más húmedo".

Ante estas barbaridades, ante esta concepción diluviana acerca del turismo que emerge de un lado y otro de la política y del  columnismo rancio pero leído, ¿cómo reacciona la clase turística, las organizaciones empresariales del sector, las asociaciones, las patronales, el gran lobby?. No dicen ni pío, como esperando que amaine el temporal, sin respuesta alguna. Confían en que se desinfle el souflé cuando este se ha convertido en un material sólido y rocoso.

Pensarán, y piensan, que son cosas de extremistas y de extravagantes. Es cierto que también sobre ello escribieron con dureza Sánchez Drago y mucho antes Amestoy. ¿Y no por ello había que contrarrestar esas lindezas, por llamar suavemente a la retahíla de despropósitos en las que llevan inmersos desde hace tiempo los de uno y otro bando?. Del  impasible y pomposo gran lobby que se mira siempre el ombligo no se puede esperar nada, pero sí de la CEOE y de CEHAT.

Exceltur está centrado únicamente en sus estudios, para lucimiento de ese personaje que lo lidera pero que nada ha hecho en defensa del turismo por mucho que en su seno figuren relevantes empresas. Nunca la gran alianza da la cara, nunca batalla cuando se ataca al sector, sean desde el lado político o desde el mediático: un lobby de pacotilla. Las patronales de hoteles y de agencias también callan, y ni que decir tiene que la comisión de Turismo de la CEOE, otro cero a la izquierda.

Los únicos que pueden combatir a esta patulea de exacerbados contrarios al sector turístico son los empresarios. O bien a título individual o bien poniéndole las pilas a las entidades que los representa, tan políticamente correctas. Y deberían hacerlo ya, antes de que llegue el día en que increpen a un turista por el mero hecho de serlo. No todos los turistas son hoollingans,no todos van a Gandía, Lloret, Punta Ballena y la Victoria. Como el coronel Buendía de García Márquez, el Sector no tiene quien le escriba. Además.