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EDICIÓN ESPAÑA

Uber (o cualquier imitador) ganará la batalla

Por un lado, tengo claro que en el mundo online tendría que regir la misma ley que en el mundo real (obsérvese el condicional). Así, pues, quien quiera vender productos, debería ajustarse a los horarios fijados; quien quiera hacer ofertas, debe atenerse a las disposiciones que las regulan; quien quiera alojar visitantes, cumplir la legislación como los hoteles de nuestras ciudades; quien desee hacer de taxista, seguir lo que hacen los taxistas reales. Ni más, ni menos.

 

Pero esto es un desideratum. Esto es imposible. ¿Cómo se persigue a quien incumple la ley pero tiene su base en Portugal? ¿Y si la base está en Colombia? ¿Y si está en Bielorrusia? ¿Qué puede hacer nuestra justicia dinosáurica contra el mundo digital, huidizo, sin fronteras, sin perfil, anónimo?

 

En el caso de Uber, los jueces y los taxistas están haciendo lo que dice el sentido común. ¿Ustedes quieren trabajar en España? Pues a cumplir lo que establece la Ley española. Pero es que ¿cómo perseguimos a Uber? Y, mucho más serio, ¿qué hacemos contra las múltiples aplicaciones que hacen prácticamente lo mismo que Uber pero que no tienen la desgracia de estar en los medios de comunicación?

 

Yo soy extremadamente pesimista sobre la posibilidad de controlar el nuevo entorno digital, de someterlo a las leyes nacionales, sean del país que sean.

 

Sin ir más lejos, nuestra legislación establece que nuestros datos son privados. Tenemos oficinas y agencias públicas encargadas de este control. Sin embargo, todo es inútil: en el extranjero, diversos agentes tienen identificados nuestros perfiles, que son comercializados sin que nosotros ni nuestras autoridades se enteren. Lo mismo que pasará con Uber o, peor, con sus imitadores.


    Acepto la política de protección de datos - Ver


    3 Comments
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    horizontes
    9 años

    Querido Jaime,

    Aquí el problema radica en regular y controlar por ese orden todo tipo de actividad y mas si viene de afuera. Estamos hartos de empresas con base en paraísos fiscales que se nutren de nosotros y es lo que nos falla por el momento, espero.
    Cabe añadir que todas estas plataformas que vienen de afuera, se currar el cuento de la economía colaborativa y mi pregunta es quien hace el negocio ? y a costa de que y quien?
    Cuando lo tengamos claro estaremos mas preparados.

    Xabi
    9 años

    Pues se controla como se ha hecho con las webs de descargas gratuitas de contenidos artísticos (música, series y películas básicamente), que roban el trabajo de otros para ganar dinero. Esas webs a día de hoy están acorraladas por la justicia y la jurisprudencia, y algunas han empezado incluso voluntariamente a eliminar sus enlaces por miedo a acabar en la cárcel. Y cada vez más gente se apunta a videoclubs on-line pagando para ver películas en streaming. Solo con la justicia, la denuncia ciudadana y el acoso a los delincuentes puede conseguir algo.

    Antonio Castillo
    9 años

    Dejar caer los brazos es renunciar a todos los derechos con que nos asiste el estado, abandonar la economía a los deseos de esos "halcones-buitres" que asisten al desmembramiento de los límites que aún les permitirían ganar más o mejor , ganarlo todo. Si el Estado cede ante la red, el estado dejará de tener sentido y será la red la que ocupe su lugar. Ahora imaginad el poner una denuncia... contra quién. La frontera de la inviolabilidad de las leyes de nuestro estado (nuestras leyes)es la última muralla a la que podemos aferrarnos. Si dejamos caer los brazos estamos perdidos.

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