Air Berlín, 'protegida' por Alemania

Air Berlín ha caído. Sus pérdidas continuadas desde hace siete años, de cada dos millones de euros diarios durante 2016, han llevado a su principal socio, la aerolínea Etihad, a dejar de prestarle dinero. O sea que Air Berlin, incapaz de volver a una senda de rentabilidad, cae. Nada excepcional, puesto que la lista de compañías aéreas que han tenido este destino en el pasado es casi interminable.

Sin embargo, en este caso, como en bastantes otros anteriores, una sombra de duda se cierne sobre el proceso de cierre. La sombra de la intervención del Gobierno del país afectado. Europa y cada uno de los 28 países miembros tienen normas para que ninguna empresa tenga trato preferencial y se respete las reglas de la competencia. Los estados, pues, no deben beneficiar ni de una ni de otra manera a una compañía aérea, porque eso supone ir contra sus rivales.

En el caso de Air Berlín, muchas cosas suenan extrañas, tal como denuncian sus competidores no alemanes: los acuerdos por los que Eurowings arrienda una parte de la flota de Air Berlín, las negociaciones entre TUI y Niki para crear un operador vacacional o el acceso privilegiado a información por parte de Lufthansa en este proceso de liquidación de Air Berlín son sospechosos.

Cierto que a nadie le gusta un cierre de una aerolínea como el que tuvo Air Madrid o Spanair, pero si se supone que los gobiernos han de actuar con absoluta imparcialidad, habrá que cumplir la Ley. O modificarla. O derogarla. La norma establece que tan alemana es Aegean como Iberia o Lufthansa, por decirlo de alguna manera, porque tan europeas son las unas como las otras. Y siendo europeas, todas tienen iguales condiciones para moverse.

Pero en Europa, sobre todo si quien viola los principios es Alemania o Francia, todo se puede componer, arreglar, edulcorar, porque no siempre parece que las leyes aprobadas son para ser cumplidas. En esto, desde luego, Ryanair tiene razón. Ya puede investigar la Comisión Europea, que nunca verá lo que es evidente. Los principios existen, pero no para ser cumplidos sino para ser violados. El caso de Air Berlín apunta bien claro.