2018: el correctivo que se avecina

Es inevitable: el mercado, el juego de la oferta y la demanda, pondrá orden en 2018 en el tremendo desaguisado que estamos viviendo en España con el turismo. Ocurrirá lo inevitable: como hay demasiados visitantes, como la demanda está descontrolada, los precios seguirán subiendo, por lo que los destinos competidores, incluso los no tan seguros, empezarán a ser tremendamente interesantes. Así, pues, el año que viene no sólo será el año de Grecia –como ha ocurrido este año– o de Bulgaria, o de Portugal, sino que también Túnez y hasta Egipto o Turquía pueden reaparecer, si sus males, el terrorismo, no vuelven a hacer acto de presencia.

Los precios del turismo español se están disparando, al mismo tiempo que la experiencia del viajero empeora. No porque los servicios estén en declive sino porque el exceso de demanda hace que la saturación sea más frecuente, que los aeropuertos ofrezcan peores condiciones, que las excursiones están más llenas de gente, que la oferta sea peor.

El director general de TUI lo acaba de advertir: esto no puede continuar, pero no por una imposición ideológica, por un designio intervencionista, sino porque los mercados siempre tienden a equilibrarse. La conjunción de 2017 fue extraordinaria, haciendo que España tuviera el mejor verano de su historia, en un mercado que, de por sí, está creciendo.

Ahora bien: más allá del mercado, que nunca es indiferente a lo que ocurre, no estaría de más que nuestras autoridades, si es que hay alguna que tenga voluntad de tomar decisiones, analizara lo que ha ocurrido y acordara introducir elementos correctores a tanto despropósito, a tanta falta de control, a tanta ausencia de vigilancia. No estaría de más que no sólo legisláramos, que no nos desgastáramos únicamente haciendo leyes, sino que algún día pudiéramos aplicar alguna.

No, no estaría de más.