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EDICIÓN ESPAÑA

Qué pasará con el turismo en Barcelona

Tras los atentados de Barcelona, los comentarios y conclusiones han sido diversos: desde los que aseguran que todo ha vuelto a la normalidad a los que prevén duras consecuencias. Veamos lo que en mi opinión puede pasar.

 

Barcelona recibe unos nueve millones de turistas al año, de los cuales dos son nacionales. Las principales nacionalidades son norteamericanos, británicos y franceses, con 800.000 de cada país. Les siguen Alemania e Italia, con 600.000. Rusia y Japón, alrededor de 200.000 y China, 100.000. Además los visitantes de día superan los quince millones, de los cuales dos y medio llegaron en cruceros. Estos visitantes proceden de todo el mundo.

 

El conocimiento del destino y la sensación de seguridad están en relación directa a la distancia. A mayor distancia menor conocimiento (con la excepción de Hispanoamérica que no envía demasiados turistas a Barcelona) y mayor valoración de la seguridad. Es como si estuviéramos delante de un mapa de Google Earth. Desde la perspectiva de un chino que va ampliando el mapa, Londres, París y Barcelona parecen muy próximas –de hecho lo están, a solo dos horas de avión–. Se puede sentir inseguridad en esa parte del mundo. Por eso los efectos serán mayores cuanta más distancia haya.

 

No hay cancelaciones de reservas, o muy pocas. Nunca las hay en situaciones similares. Las compañías aéreas no suelen devolver el precio del billete.

 

Nuevas reservas. Aquí viene el problema. Muchas de las reservas previstas pero no pagadas no se llevarán a cabo. Durante los próximos seis meses disminuirá el número de japoneses, chinos, coreanos, asiáticos en general y norteamericanos. Son pocos, un total de 1.300.000, pero gastan más y han sido durante los últimos años el objetivo de la promoción. Según los precedentes se volverá a la normalidad en unos trece meses.

 

Los europeos, los principales clientes, aguantaran bien el tirón; Barcelona sigue siendo cercana, atractiva y tiene buena relación calidad precio. Franceses, belgas, ingleses o alemanes ya saben por experiencia propia que no hay un destino cien por cien seguro. Sin embargo, algunos europeos de rentas altas pueden escoger otros destinos, al menos el próximo año, en el que se encuentren más seguros. Pero la mayoría no podrá hacerlo. Para evitar la caída de las reservas los hoteleros bajarán precios. Lo mismo harán las compañías aéreas, pues es bien sabido que el miedo a volar se quita con billetes baratos. No existe una industria con mayor flexibilidad que la turística. Los precios de hoteles, plataformas digitales de alquiler o compañías aéreas pueden variar por días o incluso horas. ¿Se imaginan que uno pudiera comprarse un Mercedes cuatro veces más barato un sábado por la mañana que un viernes por la tarde?

El mercado nacional, muy dependiente de los viajes de negocios, se mantendrá estable, así como el de Congresos y Convenciones, muy importante en la Ciudad Condal, aunque destinos alternativos aprovecharán para lanzar sus opciones.

En resumen: el número total de turistas se contraerá muy poco y se recuperará en pocos meses, sin embargo el gasto medio por turista disminuirá entre un cinco y un siete por ciento, una caída inferior a la que sufrió París tras los atentados. Barcelona depende menos del turismo familiar europeo y del americano y asiático, que es muy fuerte en la capital gala y que fue el que más cayó.

En el resto de España habrá leves efectos; en Madrid y en Andalucía que comparten con Barcelona circuitos de venta en Asia y en Estados Unidos. En el resto no se percibirá ningún cambio.

En Europa sucederá algo parecido. Algunas agencia chinas preferirán no arriesgar, puesto que cada pocos meses una ciudad de las que ellos visitan sufre un ataque, y se centrarán en sus principales destinos, el Sudeste asiático, Australia, Estados Unidos.

El atentado ha tenido lugar avanzado agosto cuando todas las reservas para el resto de la temporada estaban ya hechas y falta mucho para la siguiente. Cuando esta llegue, lo más probable es que estemos hablando de la recuperación de Turquía y cómo afecta a nuestros destinos. El sector turístico está sometido a continuos riesgos, pero el español ha demostrado poder superarlos rápidamente con eficiencia y profesionalidad.


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    Vicus
    6 años

    Barcelona como destino turístico ya estaba tocando techo. Los atendados serán una gran excusa perfecta para justificar el parón que se avecina. En poco tiempo los hoteleros de la ciudad tendrán que darle las gracias por la moratoria a la alcadesa y sus muchachos. Les costará admitirlo, pero alguno lo reconocerá. Ahora solo falta que Doña Colau encuentre la forma de pararle los pies al descontrol de Airbnb y Cia, para que le hagan un monumento.

    Diego
    6 años

    Los análisis , como este artículo, que muestran cifras y comentan números como verdades absolutas, si no informan la muestra estadística o se compara con otros destinos, en situaciones similares, son simples profecías de Nostradamus... El valor de este comentario es como determinar en un foro quien va a ganar el clásico Barcelona Real Madrid y cual va a ser el resultado

    Ricardo
    6 años

    He oído un montón de sandeces que se han publicado en diferentes medios de comunicación en el que se decía que los atentados no habían afectado el comportamiento de las reservas de turistas en Barcelona. Este artículo es el primero que leo que define de una forma un tanto acertada el impacto del turismo después de los atentados. Efectivamente las reservas que ya estaban hechas no han sufrido alteraciones al no devolver el dinero las compañías aéreas, pero las reservas a futuro han caído un 25% respecto al mismo período del año pasado, esto en número de reservas, porque si lo contamos en ingresos, este porcentaje puede subir hasta el 30% ya que la media de ingreso por habitación este año, era mas alto que el pasado. Pero el impacto todavía es mas alto ya que lo que se está vendiendo, tal y como dice el artículo, se está reservando a unos precios mucho mas baratos que antes del atentado. Esto se reduce por supuesto en menos ingresos y menos fiscalidad. Sólo hay que darse una vuelta por el centro de Barcelona estos días y uno se dará cuenta enseguida de la bajada de turistas que visitan nuestra ciudad.

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