Las alarmas de Berlín

Ni siquiera las caídas de reservas que se anuncian en Alemania, por muy acusadas que sean, deben ser tomadas como un dato tan preocupante como para pensar que este puede ser un verano mediocre, no digamos siquiera malo. No, el año pasado fue tan excepcional, que una caída de las ventas como la que se anuncia, puede perfectamente ser compensada por los viajeros que el año pasado se habían descartado ante el poder de la demanda.

Pero, sin embargo, esto debería ser un buen aviso a navegantes: el turismo tiene muy fácil abandonarnos, tiene muchas alternativas y el producto debe ser competitivo en calidad y en precio, o se marchará. Y eso es lo que hay que leer en el mensaje del mercado, recogido estos días en la ITB.

El año pasado, como toca, los precios se subieron de forma importante porque la demanda estaba desbocada y, en consecuencia, la escasa oferta aprovechó su oportunidad. Nada que objetar, por supuesto, a menos que usted sea un tour-operador que tiene que competir en su mercado y se encuentra con que los proveedores le suben el precio.

Pero el aviso de ahora tiene importancia porque nos recuerda que en cualquier momento, lo que tenemos se puede marchar. No, no se irán todos, pero perfectamente podemos tener una caída de visitantes que, sumado al exceso de oferta de apartamentos vacacionales, genere un problema complejo, difícil de resolver. El verano de 2019 puede ser un ejemplo de esta situación.

Si a esto le sumanos que algunos políticos españoles parecen haberse creído que los turistas vienen por nosotros y no porque el mercado ha sido favorable, si estos mismos políticos se permiten el lujo de ir a Berlín a advertir a los alemanes de que no queremos más sino menos turistas, entonces podemos esperarnos que en cualquier momento lo que tenía unas perspectivas positivas, pueda convertirse en un problema, en una caída de precios, en una pérdida de cuota.