Las compañías aéreas tienen una estructura de costes en la que destaca el precio del combustible. Según el caso, este concepto puede suponer hasta el 40 por ciento de los costes totales de una aerolínea. Sin embargo, no es tan relevante que ese porcentaje de impacto sea muy elevado como que ese concepto de gasto sea extremadamente inestable. Es más grave que el combustible de pronto pueda subir un 30 por ciento que no su peso relativo. Porque esta inestabilidad provoca profundos bandazos en las cuentas de las aerolíneas, con sus consecuencias inevitables en los precios, en la rentabilidad y, más aún, en sus posibilidades de supervivencia.
Hasta la semana pasada, el petróleo estaba subiendo lenta pero constantemente. Hoy la subida, tras la decisión de Donald Trump de retirarse del tratado con Irán, es impresionante. En unos días, los surtidores de gasolina acusarán el golpe. Y al mismo tiempo, el suministro en los aeropuertos también tendrá su alza.
Cuando los precios de los combustibles suben, las aerolíneas se encuentran con un problema inevitable: aumenta su presión sobre los costes. Aquellas que tienen costes bajos, pueden mantener los precios porque, al fin y al cabo, operan con facilidad. Como mucho, ganan menos. Pero quienes tienen costes altos, se encuentran entre la espada y la pared: si repercuten la subida del combustible, pierden viajeros, y si no lo hacen, pierden dinero.
No es la primera vez que ocurre, pero ahora podemos ir desempolvando la narrativa ya conocida: compañías que dejarán de atender ciertas líneas, aduciendo cualquier motivo baladí; otras que subirán los precios porque no pueden aguantar; otras que dejarán flota en tierra –especialmente a partir de octubre que viene.
En estas crisis, los ganadores son siempre los mismos: Ryanair, Wizzair, y algunas otras aerolíneas de costes bajos. Los perdedores están en el otro extremo. Y hoy ocurre que los dos primeros nombres que vienen a la cabeza son los de Air France y Norwegian. En el primer caso, por razones obvias; en el segundo, por la debilidad financiera, no por los costes, que no los tiene muy altos.
Eso es lo que se avecina: tiempo de crisis.
Tiempo de crisis en la aviación
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Yo pienso que parte tambien de los sobrecostes son los elevadisimos emolumentos que cobran los altos cargos y directivos que llegan a ser millonarios con cifras de 6 ceros, antiguamente no se cobraba esto, solo le echamos la culpa al precio del combustible que seguramente esta asegurado como lo ha estado siempre y al salario de todos los empleados que al fin y al cabo son los que sacan adelante la operacion con el sudor de su frente
Bien dicho.
También hay que decir que hoy el día todo el mundo quiere comprar un billete de avión por el mismo precio que le sale el taxi al aeropouerto... y eso no puede ser.
Volar cuesta dinero. Nos guste o no, es lo que hay.
En tiempos de crisis económica donde puedes conseguir trabajadores/esclavos junto a un bajo precio del petroleo se pueden vender billetes por 20 pavos. Pero con escasez de trabajadores cualificados y el petroleo subiendo no puede ser.