Estafas y estafas

Se suele decir que “hecha la ley, hecha la trampa”. Nosotros en España, vamos incluso un poco más allá: primero diseñamos la trampa y después hacemos las leyes. Porque somos auténticos linces en esto de estafar.

El último caso se está a punto de ver en un juicio en Santa Cruz, Tenerife. Se trata de un fraude masivo –3.5 millones de euros– al Ministerio de Fomento, por viajes subvencionados de supuestos equipos deportivos de Canarias, para los que la Fiscalía pide cuatro años de cárcel. En el caso están implicados varios equipos deportivos y la hoy desaparecida aerolínea Islas Airways.

La cuestión merece una reflexión, porque siempre queda la pregunta sobre cuántos fraudes pueden existir en este tipo de subvención y que no se han hecho públicos. Porque este caso, con esta cuantía, suponemos que había asumido muchos riesgos. Conocemos el caso de Air Europa, una aerolínea de las grandes, que también defraudaba y que logró evitar costes mayores que la sanción económica –porque no quedaba más remedio. Pero ¿cuántos fraudes se producen en cuantías pequeñas, de los que no tenemos conocimiento?

En todo caso, yo pienso que mucho mayor es el fraude que se avecina: Canarias y Baleares piden ahora un descuento del 75 por ciento en la subvención, sabedores de que el Gobierno central necesita de los votos de los diputados canarios para aprobar los Presupuestos Generales del Estado. Por supuesto, es injustificable una subvención de este tipo, en la que tres cuartas partes del precio del viaje quedan en manos del estado, pero ya verán ustedes cómo el gobierno comprenderá perfectamente de su necesidad y cederá, como ya hiciera con el cupo vasco.

No sé qué es peor, si la corrupción que se puede llevar a los juzgados o la que no.