En noviembre de 1991 fui testigo, en Tokio y durante la celebración del octavo congreso del viaje internacional organizado por la asociación japonesa de agentes de viajes (JATA) al que asistí como invitado, de la satisfacción de un directivo del Japan Travel Bureau por haberse alcanzado un año antes de lo esperado el objetivo de 10 millones de turistas japoneses anuales viajando al extranjero. Y allí, él mismo explicó otro objetivo: “20 millones”. Japón deseaba que sus habitantes viajasen más y que esto generase actividad económica.
Ahora, 26 años después, las cosas son algo distintas. El 23 de diciembre el consejo de ministros japonés debatió las directrices que su primer ministro, Shinzo Abe, da a la futura tasa turística de salida (departure tax) que se aplicará a los turistas que salgan del país. Una tasa que, una vez refrendada parlamentariamente, entrará en vigor doce meses después, el 7 de enero de 2019.
El gobierno japonés pretende llegar en 2020 a 40 millones al año de llegadas de turistas del extranjero. Confía en la atracción de los Juegos Olímpicos y Paralímpicos. En 2017 han sido 28 millones. La tasa turística será de 1.000 yenes (unos 7,5 euros al cambio actual) y se aplicará a todos los viajeros que abandonen el país tanto por vía aérea como marítima, salvo los que estén en tránsito inferior a 24 horas y niños y ancianos que no se valgan por sí mismos.
Llama la atención que el primer ministro quiere que lo recaudado –unos 300 millones de euros anuales- no se destine a promoción en el sentido clásico sino a mejoras de producto y de servicio a los turistas. Habrá tres líneas de inversión: crear un entorno que favorezca estancias de los turistas “placenteras y sin estrés”, facilitarles el acceso a información sobre atracciones turísticas e incrementar los niveles de satisfacción de los visitantes conformando recursos turísticos a medida de la singularidad de la cultura y del medio ambiente de cada región.
Como aperitivo, en el presupuesto de 2018 se incluye invertir 6.000 millones de yenes (unos 44,5 millones de euros) en proyectos urgentes y aumento de servicios bilingües.
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Pues me parece muy feo, una tasa que contrasta con la supuesta "bienvenida a los turistas" que nos quieren vender, ya bastantes tasas se pagan en un billete aéreo que al final también se revierten en el país de una manera u otra, deberíamos aprender y hacer lo mismo en Europa.
Se está poniendo esto muy de moda, como los dobles precios para nacionales y extranjeros. Acabo de volver de Costa Rica y Nicaragua, dos ejemplos de lo mismo. Aqui con el agravante que en el caso de los ticos pagas por salir y en el de nicaragua por salir y por entrar....enfin, a lo mejor es cuestión de rebelarse. En cualquier caso Japón es un país increible, con tasa o no.